CAMAGÜEY.- La agricultura lleva agua. Se sabe desde antaño, no por gusto las grandes civilizaciones se establecieron en lugares próximos a una fuente segura de abasto. Pero cuando no está cerca o todo lo cerca que se necesita, hay que conducirla hasta donde hace falta.

Ese fue el objetivo inicial del canal magistral de la presa Najasa II hace más de una década, pero la obra se paralizó y se perdió en casi toda su extensión de 6,4 kilómetros. La maleza y el marabú se adueñaron del sitio por donde debía correr el agua hasta las tierras cultivables. Ahora el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en la provincia invierte en una primera etapa 1,2 millones de pesos, fundamentalmente en su rehabilitación que beneficiará a un futuro polo productivo del municipio de Santa Cruz del Sur.

El proyecto incluye, además, la construcción de dos canales principales que llevarán el líquido hasta las zonas productivas de los consejos populares de Haití y Cándido González. Las mismas contarán con pozos de infiltración para inyectar agua dulce al manto freático santacruceño y de esta manera detener la intrusión salina provocada por el mar y la recuperación de la cuenca subterránea, así como mejorar la calidad de los suelos.

KILÓMETRO CERO

En diciembre de 2019 arrancaron las labores, desde el mismo muro de la presa. Según comentó a Adelante Digital Eduardo Magariño Ruiz, director de la UEB de Mantenimiento de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de Camagüey, “se trata del desbroce de la maleza tupida que se había adueñado del canal. Requiere de un trabajo fuerte que para julio debe estar terminado”.

La utilización de las aguas del embalse aliviará la presión sobre el muro. Reynier Naranjo Terrero, supervisor de la Empresa de Servicios Ingenieros Hidráulicos, explicó que hay que repararlo anualmente debido a la poca utilización del agua almacenada, pues la Najasa II, a diferencia de otras presas, se mantiene casi todo el año con el mismo nivel.

Las tareas de rehabilitación incluyen la limpieza de la franja de terreno paralela al canal, la reconstrucción del sifón y los accesos. “Además, reparar el paso del puente del ferrocarril previo a la construcción de los dos nuevos”, aclaró Michel Leyva Ávila, especialista de la Empresa de Servicios Ingenieros, quien añadió que a partir de la puesta en marcha de la obra se utilizarán unos 55 millones de metros cúbicos embalsados, de los que hasta este momento solo se emplea una parte en el cultivo del camarón.

Las obras comprenden la construcción de los canales de riego desde la estación de bombeo Cinco Turbinas. Uno de ellos, de poco más de cinco kilómetros, está casi listo, luego de su mantenimiento integral. En conjunto beneficiarán una antigua zona destinada a la siembra de caña, con una infraestructura hidráulica ya creada, que ahora se ocupará con cultivos varios. Alimentarán en su mayoría las 19 máquinas de riego previstas para una primera etapa.

La estación de bombeo requiere una reparación capital, pues la estructura está muy dañada. Allí se instalarán otras bombas, porque las originales, tras 40 años de explotación, sufrían mucho deterioro por la mala conservación y el tiempo que llevaban sin funcionar. “Cinco Turbinas bombeará el agua desde el río hasta los canales de riego y los niveles se los daremos desde la presa, por la compuerta hoy y cuando esté listo, por el magistral también. Todo se relaciona”, enfatizó Leyva Ávila.

Al concluir, se hará la prueba hidráulica del sistema y así quedará todo listo para iniciar la preparación de las tierras.

KILÓMETRO SEIS

A la altura del kilómetro seis del canal magistral, ya se puede divisar su final, aun así los trabajadores de la Brigada Ignacio Agramonte saben que les queda mucha maleza tupida por derribar. Un bulldozer no tiene piedad con los arbustos que se adueñaron del sitio por donde un día se pensó que correría el agua. Hoy, luego de tres meses de arduo trabajo, es casi una realidad.

Ha sido un trabajo difícil, hay marabú y árboles grandes, refirió Juan Gualberto González Pimentel, jefe de la brigada. “Cuando comenzamos, prácticamente hubo que buldozear completa la zona y sacar toda la vegetación que ocupaba el centro. Debemos terminar en dos meses la limpieza y el mantenimiento”.

Cuentan con el bulldozer, dos retroexcavadoras y una motoniveladora. Ellos no pierden tiempo, si los equipos tienen roturas, en el mismo terreno buscan soluciones. El propósito es no atrasarse en el cronograma y evitar que llegue, en medio del trabajo, la temporada de mayores precipitaciones. Para lograrlo han tenido el combustible necesario y toman las medidas higiénico-sanitarias para que ni el mismísimo coronavirus pueda detenerlos.

Al concluir los 6 400 metros del canal magistral, otra misión dura les espera: la construcción, desde cero, de los dos principales, el primero de 10 kilómetros y un monto monetario a invertir que supera los 3,5 millones de pesos, el segundo de casi 11 kilómetros y un monto de 4,5 millones.

Y SI EL AGUA REGRESA A LA TIERRA

Estas obras hidráulicas pretenden poner en explotación, en el menor tiempo posible, las tierras aledañas. El plan de desarrollo de la región abarca poner a producir más de 8 000 hectáreas en cinco etapas.

Ahora se concentran los esfuerzos en la primera, con unas 1 400 hectáreas cuya explotación puede comenzar en el menor tiempo posible por la disponibilidad de agua y una infraestructura que solo necesita rehabilitarse.

Ahora, hace falta que el esfuerzo de más de seis meses se revierta en producción de alimentos y no suceda lo mismo que con obras hidráulicas en Camagüey y otras partes de Cuba, que tras la recuperación quedan inutilizadas sin conseguir la realización del soñado polo productivo.

Suelos fértiles y agua cerca que corre, más la mano de obra, acostumbrada a las labores agrícolas, auguran en esas áreas del sur agramontino un futuro productivo.

No se trata de ninguna gran civilización antigua, son camagüeyanos que desafiando carencias y situaciones complejas apuestan a que el agua que nos da la naturaleza no se pierda y regrese a la tierra.