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EE.UU. pretendió rendir a Cuba con suspensión de cuota azucarera

Las transformaciones iniciadas por la Revolución con la Ley de Reforma Agraria de 1959, la rebaja de alquileres y la aplicación de otras medidas a favor del pueblo fueron suficientes para justificar las acciones de bloqueo por el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower, quien limitó la cuota azucarera que EE.UU. compraba anualmente a la Isla.

El 6 de julio de 1960 rechazó la adquisición de 700 mil, que representaban el 95 por ciento del total a facturar y que dejaría prácticamente al país sin recursos financieros.

Esa contratación obedecía a un acuerdo comercial desde 1934, que establecía la compra por Estados Unidos de una cantidad de azúcar a la nación caribeña, lo cual eternizaba la dependencia al mercado estadounidense de la economía cubana basada en el monocultivo de la caña, que se desarrolló durante más de medio siglo de instaurada la seudorrepública en 1902. El 2 de julio del 60 la Casa Blanca derogó ese convenio.

Tal golpe resultó bien concebido, ya que en el primer año del triunfo revolucionario ese sistema de dominación estaba intacto al exportar Cuba casi la totalidad de la producción de la gramínea al territorio norteño, de donde adquiría el 72 por ciento de sus importaciones.

Con la implementación del bloqueo poco después, se suspendería totalmente la compra de azúcar cubano, con lo que los círculos de poder estadunidenses calcularon que se quebraría toda posibilidad de subsistencia y resistencia de la vecina ínsula.

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No obstante, la Casa Blanca no se limitaría y dio luz verde a un plan de la CIA que incluía el fomento de organizaciones contrarrevolucionarias, alzamientos, operaciones de espionaje, campañas mediáticas, atentados y programas terroristas, en el que destaca la voladura en la bahía habanera del vapor francés La Coubre, que traía armas para el Ejército Rebelde, con saldo de un centenar de muertos y más de 400 heridos.

Aunque el optimismo de los agresores pudiera estar justificado a partir del desfavorable contexto económico y social que presentaba la mayor de las Antillas, al romper los lazos de dominación imperial, Washington fracasó al calcular la capacidad de lucha del pueblo cubano y sobre todo al calibrar el liderazgo de la dirección, especialmente de su Comandante en Jefe.

Ante la reducción primero y la eliminación después de la cuota azucarera, el líder Fidel Castro proclamó ante el pueblo: “…en ese intento de irnos quitando la cuota, libra a libra, ¡le iremos quitando central por central! ¡y le iremos quitando, centavo a centavo, hasta la última inversión de norteamericanos en Cuba! y no solo eso, sino que, libra por libra, ¡iremos suspendiendo todas las importaciones norteamericanas en Cuba! que el mundo es ancho y nosotros les compraremos a los que nos compren.”

Bajo el principio de responder a cada agresión norteamericana con una mayor radicalización del proceso revolucionario, se nacionalizaron las compañías petroleras y sus refinerías en el país y todos los intereses de La Unión, incluyendo los centrales azucareros.

Así, la Revolución enfrentó la supresión de la cuota y su eliminación hace más de 60 años, y derrotó aquellas primeras esperanzas de los estrategas de la Casa Blanca que pensaron que al eliminar la cuota azucarera en la nación imperarían el caos, el hambre, la miseria y finalmente la claudicación, objetivos que mantienen inamovibles con el recrudecimiento de la política anticubana y el incremento del bloqueo económico, comercial y financiero. (tomado de ACN)