Al surÁlbumesnacionales

[:es]Costurera fiel bordó las cintas de las coronas del tributo santacruceño a Fidel[:]

[:es]Idania Rodríguez Rivero.

Santa Cruz del Sur, 13 dic.- En ese mundo ordenado, llamado por Martí el palacio de familia, vive Idania Rodríguez Rivero, santacruceña que en las noches o madrugadas emplea lo mejor de la creatividad para iniciar o terminar las costuras y bordados por encargo o los que como ahora termina para su nieta próxima a nacer.

“He dedicado mucho tiempo a lo que llaman artesanía textil, pues también hago labores para embellecer la cocina. Desde chiquita me aguantaba de la esquina de la máquina de coser donde se sentaba mamá. Todo lo que hacía me interesaba”, evocó.

La progenitora de la consagrada trabajadora del Ministerio de Justicia, nos comentó otras cuestiones que le permitió al reportero saber algo más sobre los inicios del mencionado quehacer.

“Como veía a la niña tan interesada en las cuestiones de la costura, le di  un cintillo de madera en el que se encontraba sujeto un pedazo de tela. A ese paño blanco le garabateé algo, simulando una figura. Le pedí que la bordara en la máquina… lo logró. A partir ahí le enseñé cuanto conozco”, manifestó Clara Rodríguez Rivero.

Conocimientos de este tipo obtuvo también a través de su suegra. “Iramis Bárzaga Consuegra, es mi segunda madre y “profesora-consejera”. A ella de igual manera le agradezco cuanto sé”.

Hace más de una década, Rodríguez Rivero, detuvo la máquina de coser al traer al mundo el tercer hijo. “Nació con una parálisis cerebral. Durante 19 días el bebé estuvo muy grave, los médicos no le garantizaban la vida. Poco a poco se fue restableciendo hasta salir del peligro.

Los especialistas señalaron que a causa del problema el niño no iba a poder caminar ni hablar. Consultas tras consultas en el hospital pediátrico provincial se simultaneaban con los ejercicios fisioterapéuticos que mi último retoño recibía.  Ya tiene 18 años, está gracias a Dios saludable y fuerte”.

Se considera agradecida, lo reitera hasta en el susurro. “No puedo pagarle a esta Revolución mi deuda de gratitud, tampoco la  familia que he creado. La noticia de la muerte de Fidel estrujó mi aliento. Lloré sin consuelo, se lo juro”.

Sobre la medianoche del 25 de noviembre el máximo directivo de su centro laboral llamó por teléfono a Idania. “Me dijo que los jefes del Partido Comunista de Cuba (PCC) y el Gobierno en la localidad, deseaban fuera yo quien prepara las cintas de las ofrendas florales destinadas al tributo que el pueblo le iba a rendir al Comandante en Jefe, asimismo debía de bordar las dedicatorias. ¡Cuenta conmigo!, le respondí.

Entre sollozos comencé la fiel labor. Decidí autocontrolarme para conseguir la mejor concentración mental.

 Mi esposo dibujó las letras; en los primeros claros del día 26 quedó el encargo concluido. Las cintas ahora se conservan tras los cristales de una vitrina en el museo, acompañadas de las réplicas del machete del Mayor Ignacio Agramonte y el fúsil con mirilla telescópica utilizado por el Líder Histórico en las montañas de la Sierra Maestra. Llevaré este orgullo de igual manera que preservo en mi corazón el amor por Fidel”.

[masterslider id=”19″][:]

Los comentarios están cerrados.