Céspedes y su pasión por el juego ciencia

Octubre es un mes que convida al recuento de hombres grandes de nuestra Cuba, como Che Guevara, Camilo Cienfuegos, y Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, un hombre que fue poeta, compositor, abogado, pensador, cronista, creador, y patriota.

Pero, poco hablamos de su pasión por el ejercicio físico y pocos saben de su incursión por el deporte, principalmente el Juego Ciencia.

Años atrás, el historiador Eusebio Leal Spengler explicaría: “Céspedes era un excelente practicante de la equitación, buen esgrimista, un jugador de ajedrez que solía a veces terminar las partidas de espaldas, por su conocimiento del tablero”.

Céspedes ejercitó sus músculos en disímiles lugares, desde la lejana Inglaterra, donde ganó una lid de caza de la zorra (deporte emblemático de ese país), además de sostener cotejos ajedrecísticos con Perucho Figueredo, autor del Himno Nacional cubano, y los célebres patriotas Fernando Figueredo, José Fornaris, Francisco Vicente Aguilera y Jorge Carlos Milanés.

El Padre de la Patria fue el primero en traducir del francés al español las 26 reglas primarias del ajedrez, aparecidas en el libro Leyes del juego de ajedrez, del maestro Louis Charles La Bourdonnais.

El periódico El Redactor, de Santiago de Cuba, al publicar esta traducción, lo calificó como un «temible jugador».

Hasta en los momentos más amargos de su existencia lo acompañaron los peones y las torres.

El mismo día en que fue sustituido como Presidente de la República en Armas, el 27 de octubre de 1873, enfrentó tablero por medio a su “fuerte antagonista” Ramón Pérez Trujillo, uno de los que propuso la triste deposición.

Céspedes no sólo era capaz de lidiar con los trebejos a la ciega, también ofrecía simultáneas. “Jugaba con los distintos opositores al ajedrez y rara vez se permitía perder”, escribió en un libro su ayudante personal Fernando Figueredo.

En la esgrima, la que aprendió con los oficiales españoles en sus primeros años, también era temible. Ganó no pocos duelos en la Acera del Louvre, cuando cursaba estudios de bachiller en La Habana.

Aprovechando esas virtudes de atleta, Carlos Manuel de Céspedes ayudó a preparar a los libertadores cubanos.

Conspiró con el ajedrez como trasfondo, instruyó a muchos jinetes y enseñó a manejar la espada a varios de los cubanos que después cargaron el machete en los campos contra la metrópoli española.

El 27 de febrero de 1874 el ex-primer presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes viste paño y chaleco.

Tiene ensillado su caballo Telémaco, porque piensa asistir a un almuerzo en casa de Millán, sin embargo, cuando Lacret le invita a marchar, desiste…. prefiere quedarse a jugar Ajedrez con el farmacéutico Pedro Maceo Osorio.

Poco después se escuchan las primeras descargas y los tiros… horas más tarde -después de batirse con una cuadrilla de españoles que le habían acosado-, fue muerto.

En la casa donde momentos antes jugó su postrera partida, encontraron dispersas por el suelo, las piezas de Ajedrez.

(Tomado de Radio Habana Cuba)