[:es]Atilio Borón: “Fidel es una categoría única”[:]

[:es]Atilio-Borón-y-Fidel-CastroA un mes de la partida física del lider de la Revolución Cubana, Notas dialogó con el politólogo y sociólogo argentino Atilio Borón, quien conoció íntimamente al comandante de la Revolución, Fidel Castro. El sociólogo fue quien impulsó la integración de centros cubanos al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) con el objetivo de romper el aislamiento académico de Cuba.

Borón, quien en su larga trayectoria además ha conocido a importantes mandatarios como Richard Nixon, Edward Kennedy, y numerosos presidentes de América Latina, nos cuenta en una entrevista exclusiva quien fue Fidel en la intimidad y para la vida política política cubana.

– ¿Qué es lo que distinguía a Fidel de otras personalidades de la política?

– Fidel es una categoría única, muy superior a cualquiera de los demás. Es comparable con tipos como De Gaulle, Churchill o Roosevelt, pero él es más. Primero porque era un tipo con una inteligencia absolutamente excepcional. Segundo, por un componente de personalidad, voluntad, disciplina. Fidel era el Quijote, un hombre desvinculado de las mezquindades del mundo. Por eso cuando le decías a Fidel que la gente quiere consumir más, no podía entender eso. Leía mucho más que cualquiera de los otros, tenía una avidez de información bárbara. Dormía tres horas por día.

A mí en 2003, en vísperas de la elección de Néstor me hizo un diagnóstico de todas las internas que había dentro del Partido Justicialista (PJ) y era sorprendente. No era que te hablaba en general de Argentina, sabía identificar como iban a jugar los gobernadores y cada una de las líneas.

– ¿Cómo era Fidel en relación a sus consumos? 

– Nada, no consumía nada. Era totalmente ascético. Iba con su uniforme militar, y cuando dejó de usarlo usaba la ropa de la selección deportiva de los cubanos. Vivía en una casa típica de clase media, con muebles muy elementales. Cuando te invitaba a cenar te daba lo mejor que podía ofrecerte y él comía un bocadito, una copa de vino y nada más.

– Usted impulsó la integración de Cuba en CLACSO, ¿Qué relación tuvo Fidel con la intelectualidad en su propio país?

– La impulsó mucho, primero porque fue un hombre que en un año y medio acabó con el analfabetismo en la isla. Segundo, las primeras dos instituciones que crea la Revolución Cubana fueron el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la Casa de las Américas. Esto lo hizo antes incluso de crear el Ministerio de la Reforma Agraria.

Esto no quita que la relación con los intelectuales no haya sido complicada. En un país revolucionario peor todavía, porque había intelectuales que pensaban que eso iba a ser un paseo, o un cambio más o menos. Pero fue un cambio muy profundo, y que no se podía hacer garantizando libertades ilimitadas con los intelectuales. Él lo decía: “Dentro de la revolución discutí todo, pero no me vengas con que hay que volver al periodo prerevolucionario”.

Tenés que poner siempre el papel de los Estados Unidos en el bloqueo, sin el bloqueo no entendés nada de Cuba.

– ¿Incluso la producción intelectual?

– Claro. Por ejemplo, si yo no dejo que ningún intelectual cubano vaya a los EE.UU. y prohíbo que los intelectuales norteamericanos vayan a Cuba, eso te tiene que afectar. Cuba siempre aceptó que venga cualquiera, pero EE.UU. no quería que sus intelectuales vayan a Cuba. No es que Cuba se encerró, a Cuba la encerraron.

– El partido único, ¿le sigue conviniendo a Cuba?

– Hay que aclarar primero que el partido único que no lo inventa Fidel, lo inventa Martí, que dijo que la única manera de enfrentarse a EE.UU. es armando un partido revolucionario cubano.

Cuba podría armar un sistema multipartidario tranquilamente, y se ganarían las elecciones tranquilamente. Lo que pasa es que los cubanos dicen con toda razón: ¿para qué vamos a tener un sistema múltiples de partidos? ¿Para que vengan los gringos y financien el partido? Que levanten el bloqueo. Pero no lo levantan.

– ¿Por qué creés que no hubo recambio presidencial para Fidel por tanto tiempo?

– Primero porque hombres como Fidel salen una vez en la historia. Salió y gobernó bien, la gente lo quería, y no había razones para que se vaya. A hombres como Fidel no le podés aplicar la regla que le aplicarías a cualquier político. Los liderazgos como los de Fidel son muy difíciles de fabricar, sale o no sale. Fidel lo que hizo fue institucionalizar el partido. Es un liderazgo tan excepcional que eclipsa todas las demás instituciones, pero institucionalizó el partido.

Fidel fue irremplazable, insustituible como Chávez. Lo que lo puede sustituir es una buena organización política o un buen partido, si se puede armar.

Hay una dirigencia de recambio. Esa dirigencia yo la noto que está muy a la expectativa y no quiere dar un paso al frente hasta que no aparezca la generación histórica. Raúl estuvo en el Moncada con 20 años, hubo una generación que hizo la expedición en el Granma, que lucharon en la Sierra Maestra, él, Almeida, Machado Ventura… vos podés ser un gran líder joven de la revolución cubana pero los otros son el olimpo de la revolución. Debe costar mucho. El Vicepresidente del Estado Consejo de ministros es Miguel Diaz Canel, pero Miguel está con muy bajo perfil, porque yo lo comprendo. La generación histórica no es muy fácil de remover.

– ¿A qué sectores de la sociedad cubana afectó más la partida de Fidel?

– Impactó mucho más en la gente mayor. Los chicos que tiene 18 años hacia muchos años que no escuchaban o veían a Fidel en la TV. Fidel era como Martí, una figura heroica, extraordinaria, legendaria. Pueden decir muchas cosas malas del gobierno pero no lo toques a Fidel porque se viene todo encima. Para los de 35 para arriba fue muy fuerte porque esa gente nació, se educó escuchando prácticamente a Fidel a diario. Fidel era un maestro, un tipo que dominaba el arte de la comunicación como poca gente vi en mi vida.

Hay dolor en Cuba, sí, hay un duelo, pero hay una enorme confianza en el futuro. Ellos se sienten como si la muerte de Fidel les había ya entregado un legado, una herencia. Lo llorás, lo sentís, pero te sentís muy fuerte, así vi a los cubanos. Fidel fue como un padre que dejó una gran herencia.

– Esa herencia se nota mucho a nivel político, por todos los derechos que le concedió al pueblo, pero también tengo entendido que pasó sus últimos días leyendo sobre biología, el medio ambiente. ¿Qué aporte nos deja en relación a eso?

– La preocupación por la salvación de la especie. El ya en 1992 anticipó lo que hoy en día dice todo el mundo, y en ese momento se le morían de risa. En 1992 en la Cumbre de Río de Janeiro él hace un discurso de siete minutos en el que describió todo lo que está pasando hoy: cambio climático, efecto invernadero, etc. Deja esa gran preocupación, esa idea del respeto a la naturaleza, no al derroche, al consumismo, al despilfarro de recursos naturales. Fidel se volvía loco cuando escuchaba hablar de esas cosas.

Deja ese legado, pero también el de la unidad de todas las fuerzas antiimperialistas, que acá nos hacen mucha falta porque estamos peleando contra un enemigo muy bien organizado. Segundo, batalla de ideas, que hemos perdido ahí porque el imperio se nos vino con todo y nosotros estábamos en el economicismo, pensando en el desarrollo de las fuerzas productivas y todo lo demás se nos había escapado. Tercero, la adecuación de las formas organizativas y de lucha: estar permanentemente pensando de qué manera podemos luchar contra todo esto que no es algo fácil.

– Fidel falleció sin ver el levantamiento del bloqueo, ¿cuántas generaciones más crees que pasarán sin ver que se levante?

– Depende exclusivamente de EE.UU. Estados Unidos está en una crisis muy seria, es un imperio que ya empezó la fase decadente- Y esto no es un delirio mio, lo dice Donald Trump cuando dice “let’s make America great again”, está diciendo que no es lo que era antes. Es cierto, EE.UU. ya no es lo que era antes, y la preocupación es que ante eso puede haber un reforzamiento de las tendencias mas brutales, más reaccionarias, que acentúen aun mas el bloqueo. Los cubanos aguantaron 58 años, pueden aguantar otros 58 años, pero no es lo deseable.

(Tomado de Notas)[:]