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[:es]Alerta a los arriesgados mutantes[:]

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El concepto individual de belleza puede jugar malas pasadas a quienes buscan en la cirugía reconstructiva su ideal de perfección, no solo eliminando partes de su cuerpo, sino incorporando “añadidos” que respondan a sus aspiraciones.

Lejos de lo que muchos piensan, la cirugía plástica no es nada novedosa; prótesis faciales encontradas en momias egipcias -narices, orejas, y hasta ojos sustituidos con réplicas de piedras-, fueron primitivos intentos de mejoramiento estético.

Conste, no aludimos solamente a las féminas, porque su sexo opuesto de cualquier edad acude también a esas soluciones cuando su imagen no coincide con su ideal estético.

Implantes

El desarrollo de la especialidad ha aportado aditamentos en función de “poner donde no hay”, o “quitar de los que sobra”, y sin contar el “rechazo” inmunológico del organismo que, a veces, se rebela, por lo que no está exento el riesgo letal que entraña.

Basta recordar el peligro que corren estos arriesgados mutantes con la información que, en su momento, recorrió el ciberespacio, cuando una firma de fármacos advirtió el fracaso de sus implantes mamarios e instó a sus pacientes al chequeo urgente ante ruptura o dolor”.

La Organización Mundial de la Salud, OMS, confirmó el riesgo de rotura o fuga de silicona que enfrentaron quienes recurrieron a dichos recursos. Esa lamentable experiencia invita a recapacitar sobre la conveniencia de reconciliarse con la apariencia personal, incluso, realzarla con los recursos de la dieta, la cosmetología, el vestuario y la peluquería.

Y un último mensaje: interioricen la ventaja de una personalidad culturalmente enriquecida, una imagen reconocida en cualquier sociedad del mundo.[:]