Acerca del Financiamiento de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en Cuba
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Por Dr.C. Jesús A. Chía Garzón, Coordinador de la Red Nacional de Indicadores de Ciencia y Tecnología
La creación de la Academia de Ciencias de Cuba y de los primeros institutos de investigación creados por la Revolución en sus años iniciales fueron resultado de una decisión gubernamental del emergente Estado revolucionario por desarrollar en el país la ciencia y la técnica, destinando a este objetivo recursos financieros para nada poco trascendentes en aquella época.
Con el paso de los años estos recursos, provenientes casi en su totalidad del Presupuesto del Estado, hicieron posible la multiplicación de instituciones generadoras del conocimiento, como los centros de investigación y las universidades, así como el desarrollo de las actividades científicas y tecnológicas inherentes al quehacer de dichas instituciones.
El registro estadístico del financiamiento invertido por el país en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en las primeras tres décadas, si bien no estuvo totalmente ausente, careció de sistematicidad e irregularidad en la calidad y confiabilidad de los datos.
En la mitad de los años 90 se produjo un punto de inflexión en esta situación y se inició la sistematización de la captación estadística de los recursos financieros destinados a la ciencia y la tecnología en el país y la información pública de las particularidades de su ejecución.
En consecuencia con ello, por espacio de 22 años Cuba ha estado informando los gastos del país en ciencia y tecnología, como parte de un conjunto de indicadores sobre esta esfera de actividad a la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) y a organizaciones especializadas internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT). Estos indicadores han sido publicados durante más de dos décadas en los anuarios estadísticos oficiales de las instituciones antes mencionadas.
En lo interno la medición de la actividad de ciencia y tecnología por medio de su sistema de indicadores, del cual los recursos financieros forman parte, está organizada por una Red Nacional, de la que forman parte diversos organismos y entidades del país que son expresión del carácter transversal de esta actividad.
En el periodo 1995-2016 el gasto total en ciencia y tecnología (gastos corrientes y gastos de capital) ascendió de un monto de 188,7 millones de pesos en 1995 a 781,8 millones de pesos en el 2016 para un 7,0% de incremento promedio anual. Este crecimiento subraya que, a pesar de las dificultades económicas, el país realizó un esfuerzo por garantizar una tendencia alcista en el financiamiento en ciencia y tecnología a lo largo de los años.
Sin embargo, no pueden ser pasadas por alto algunas particularidades de este crecimiento.
En primer lugar, es necesario destacar que los recursos financieros destinados a gastos de capital han mostrado a lo largo de este periodo una notable diferencia con el comportamiento de los gastos corrientes, constituyendo un elemento restrictivo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país, dada la carencia de divisas internacionales que sistemáticamente ha experimentado el país dado el desequilibrio financiero externo de su balanza comercial y de pagos y las dificultades para acceder a flujos financieros internacionales de forma estable en el contexto del férreo bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los EE.UU. a Cuba por más de medio siglo.
En cuanto a la relación del gasto en Actividades Científicas y Tecnológicas (ACT) con el Producto Interno Bruto (PIB), indicador universalmente utilizado en la comparabilidad internacional para medir el esfuerzo de los países para el desarrollo de esta actividad, este indicador se ha mantenido por lo general por debajo del 1% (sólo en los años 2009 y 2010 alcanzó ese valor), pues el PIB se ha incrementado en mayor proporción que el gasto en ACT. Ya en el 2016 este indicador volvió a alcanzar prácticamente el 1,0%, aunque en este resultado hay que tomar en consideración la contracción de la economía nacional expresada en un decrecimiento del PIB del orden del 0,9%.
Es práctica generalizada para la comparabilidad entre países calcular también la relación con el PIB del gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) por constituir la más importante de las ACT. En el 2014 este indicador en Cuba fue de un 0,42%, pero superada en ALC sólo por Brasil (1,24%), Argentina (0,64%), Costa Rica (0,56%) y México (0,54%), mientras que la región, como conjunto, alcanzó el 0,75%. Hay que señalar que nuestra región geográfica se encuentra entre las de más bajo nivel de este indicador en el mundo, sólo por encima de Oceanía y África.
En Cuba, un aspecto metodológico no resuelto radica en que los recursos financieros destinados a la actividad de ciencia y tecnología en las universidades no se contabilizan como tales, debido a que la forma de registrar los gastos en estas entidades hace muy complejo discernir los gastos por este concepto de los que son incurridos en las actividades docentes, lo cual es común a todas las universidades del país, pertenecientes o no al sistema del MES.
Las fuentes de financiamiento de la ciencia, la tecnología y la innovación que existen en la actualidad son el Presupuesto del Estado, el financiamiento empresarial a partir de fondos propios con cargo a costos o gastos y las reservas para el desarrollo creadas a partir de las utilidades después de impuestos, los fondos de carácter centralizado con destino a la actividad de ciencia, tecnología e innovación (como es el caso del FONCI), el sistema crediticio bancario y el financiamiento externo por proyectos bilaterales y multilaterales y las donaciones recibidas .
La fuente financiera preponderante en el periodo 1995-2016 ha sido el Presupuesto del Estado, pero a partir del 2013 el financiamiento empresarial comenzó a crecer de forma significativa, lo que contribuirá a que el Presupuesto del Estado se concentre en garantizar los programas de ciencia, tecnología e innovación de interés nacional, la investigación básica en ciencias naturales y exactas y las actividades investigativas en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, dejando el financiamiento de las actividades de desarrollo e innovación a cargo de otras fuentes financieras.
En el 2016, aunque el Presupuesto del Estado continuó siendo la fuente más importante de financiamiento de la ciencia y la tecnología en términos absolutos, el financiamiento empresarial, con el 17% de crecimiento, casi triplicó el crecimiento del Presupuesto del Estado que fue del 6% sobre el año anterior.
El gasto total en ciencia, tecnología e innovación tuvo una alta concentración en sólo seis organismos (MINSAP, CITMA, MINAG, MITRANS, BioCubaFarma y MES) que totalizaron 657,0 millones de pesos, para un 84% del volumen total, que como se indicó más arriba fue de 781,8 millones de pesos. Le siguieron con un peso importante pero menor, MINEM, MINDUS y MINAL. Todos los señalados, en conjunto, representaron el 92% de los gastos de esta actividad en el 2016.
Desde el ángulo de los objetivos socioeconómicos, el financiamiento de la ciencia y la tecnología en el 2016 se centró en la salud pública, la biotecnología y la industria farmacéutica, la producción agropecuaria, la meteorología y otras actividades ambientales relacionadas con el cambio climático, así como en la actividad de transporte en todas sus ramas, representados en seis organismos que representaron el 84% del gasto total en ese año.
Es importante tener en cuenta que el financiamiento de la ciencia y la tecnología en la industria manufacturera, las telecomunicaciones, la construcción y los recursos hídricos, entre otros objetivos económicos priorizados, ha estado en el 2016 significativamente por debajo del monto ejecutado por el primer bloque de objetivos.
A modo de conclusión, se puede plantear que la información sobre el financiamiento de la ciencia, la tecnología y la innovación a partir de este momento cumple en general los requisitos de utilidad y confiabilidad para establecer una línea base para los próximos años y su perfeccionamiento continuado y que sus indicadores específicos contribuirán, en un contexto integral y de conjunto con los demás indicadores de la actividad, al análisis cada vez más riguroso del funcionamiento del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación en nuestro país.[:]