Proeza científica cubana en favor de la vida

Proeza científica cubana en favor de la vidaTamaño susto se llevaron los padres del niño Ángelo Reinier Suárez Gómez, cuando los médicos del Cardiocentro Comandante Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, le explicaron que debían practicarle a su hijo una compleja cirugía combinada corazón pulmón, de la cual dependía la vida del pequeño.

Cuenta Aymé Gómez Moya, la madre de Ángelo, que días atrás habían acudido al prestigioso centro asistencial para dar seguimiento a una cardiopatía congénita (comunicación interventricular), de la cual era portador el infante desde su nacimiento.

Tras varios análisis de rigor, también fue detectada una insuficiencia valvular mode­rada y gran vegetación a punto de embolizar a los pulmones, por cuya razón los galenos decidieron estudiar el caso con mayor profundidad antes de intervenir quirúrgicamente al niño.

Con la profesionalidad que caracteriza al equipo de especialistas que labora en la institución santaclareña, se procedió a realizar las pruebas correspondientes, en las cuales se constató, además, que el niño era portador de una lesión en el lóbulo inferior del pulmón derecho producto de una histoplasmosis (en­fermedad causada por un hongo) sufrida por el niño dos años atrás.

Ante el inminente peligro para la vida del menor, se decidió realizar una cirugía combinada en un solo tiempo, complejo proceder, que en el caso de pacientes en edad pediá­trica, nunca antes se había realizado en Cu­ba, según expresó el Doctor en Ciencias Mé­di­cas Francisco Javier Vázquez Roque, es­pe­cialis­ta de Segundo Grado en Cirugía Car­dio­­­vas­cular.

Según lo planificado, durante la complicada intervención quirúrgica debían realizarle al niño una resección total de lóbulo inferior del pulmón derecho, cerrarle la comunicación interventricular y resecarle la válvula pulmonar, a lo que seguiría su reconstrucción.

EL VALOR DE LA VIDA DE UN NIÑO

La noche anterior a la complicada operación al pequeño de diez años, Ángelo Reinier Suárez Gómez, natural del poblado de Cru­ces, provincia de Cienfuegos, el doctor Javier Vázquez apenas pudo conciliar al sueño. Y como él, el resto del equipo médico que participaría en la cirugía también estuvo en vilo, al igual que los familiares más cercanos.

Y no era para menos; estaba en juego la vida de un niño y la felicidad de una familia. No obstante, con la experiencia y el mérito de haber intervenido quirúrgicamente a cer­ca de 500 infantes a través de toda la historia de la institución, el grupo de expertos, encabezados por el doctor Javier Vázquez, e integrado además por los avezados especialistas Ale­jandro González, Rodolfo Morales, Yuri Me­drano, Yolepsis Quintero, Alina Cas­tillo, Alain More, Oliver Nazco, Mario Ná­po­les y Onelio Rodríguez, decidió enfrentar el reto.

Según explicó a Granma el doctor Váz­quez, la operación, realizada a corazón abierto, duró unas cinco horas e incluyó una parada cardiaca de alrededor de 120 minutos.

Durante el acto, y ante la ausencia en nuestro país de válvulas biológicas, se le reconstruyó la válvula pulmonar con el pericardio del propio paciente, utilizando para ello una técnica quirúrgica diseñada por los especialistas del Cardiocentro, de la cual no existen reportes anteriores de esa pericia en la literatura científica conocida, explicó el doctor Javier Vázquez, autor principal de la inventiva, que ya ha sido utilizada para salvar la vida de dos menores, incluyendo a Ángelo.

El pasado viernes 12 de diciembre, lue­go de evolucionar de manera favorable y tras una estancia prolongada de 18 días en la Sala de Cui­dados Intensivos del Cardiocentro, el pe­queño Ángelo Reinier fue dado de alta, mo­mento aprovechado por Granma para intercambiar con él y sus parientes más cer­canos.

“Me siento bien y listo para reincorporarme a la escuela, donde me esperan mis maestros Yalily y Joel”, aseguró el niño, quien también anhela volar sus palomas y jugar con sus amiguitos.

A la pregunta de cómo fue la atención y el trato dispensados por los profesionales del Cardiocentro, el pequeño encogió sus hombros y solo atinó a decir: “bien, el doctor Ja­vier es mi amigo”.

Mientras, su papá Reinier Gómez Con­suegra, expresó su agradecimiento a todo el personal del centro, de quien dijo, constituye un ejemplo de lo que debe ser la ética médica, desde el trabajador más simple hasta el más importante.

“Aquí le salvaron la vida a mi niño, y eso no tiene precio”, sentenció el padre antes de despedirse de médicos, enfermeras y otros es­pe­cialistas que acompañaron al pequeño Án­gelo Reinier en el momento de volver a casa.
(Ángel Freddy Pérez Cabrera/ Tomado de Granma)