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Organización de Estados Americanos: No hay mal eterno ni pueblos que lo admitan

Organización de Estados Americanos: No hay mal eterno ni pueblos que lo admitanHace casi medio siglo, la Organización de Estados Americanos (OEA), decretaba a instancias de Washington la salida de Cuba de ese conglomerado regional por la pretendida ”incompatibilidad” política de la Isla con el sistema de democracia representativa diseñado por el Norte para sus vecinos inmediatos en el hemisferio.

Los cubanos, que apenas iniciaban su devenir como nación realmente independiente luego del reciente triunfo popular de enero de 1959, enfrentaban así no solo la creciente y destructiva hostilidad de la primera potencia del orbe, sino además la complicidad de los regímenes que entonces pululaban en esta parte del mundo, precisamente atados a los arreos Made in USA.

Sin embargo, el mal no pudo extenderse al infinito y, por estos días, en la ciudad boliviana de Cochabamba, la OEA, junto a toda la concepción de dominación gringa que se esconde bajo el rótulo de “sistema interamericano”, fueron puestos en tela de juicio y remitidos a transitar hasta el baúl de los malos recuerdos.

En efecto, el panamericanismo modelado en Washington enfrentó en Bolivia la oposición, mucho más fuerte y organizada. De hecho, el presidente de esa nación andina, Evo Morales, dictó casi un epitafio al afirmar que, o la OEA sobrevive al servicio de los pueblos, o perece amarrada al carro de Estados Unidos… no tiene otras alternativas.

Por demás, las naciones integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), decidieron alejarse del titulado “pacto defensivo” denominado Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR), violado muchas veces por la propia Casa Blanca con su invariable apoyo al coloniaje de Gran Bretaña sobre las Islas Malvinas, y cuya verdadera sustancia ha sido atacar y destruir toda variante progresista nacida de la resistencia popular latinoamericana y caribeña.

No mejor suerte enfrentaron los mecanismos panamericanos destinados a la pretendida “defensa de los derechos humanos”, fustigados por muchos de los presentes como consecuencia de su conversión en instrumentos de los Estados Unidos contra los gobiernos del área que no le son afines.

De manera que Cochabamba se une a los foros precedentes donde se ha puesto en absoluta duda la valía de la OEA y de toda la maquinaria de factura oficial norteamericana que, a lo largo de más de un siglo, han convertido las relaciones entre el gigante del Norte y sus vecinos del Sur en cadena de imposiciones, dependencia, brutalidad, cinismo y prepotencia, favorable únicamente a quien nos ha considerado siempre “extensión y traspatio natural” de sus dominios.

Desde luego, para los cubanos, víctimas por largo tiempo de ese engendro discriminatorio, advertir los positivos y valientes giros políticos que viven América Latina y el Caribe, al punto de poner en jaque el andamiaje interventor norteamericano en nuestra zona geográfica, constituye sesgo esperanzador y altamente positivo.

Es más, refresca en nuestras mentes el principio de que, al final, todo aquello con olor a demagogia, manipulación, agresividad, ineficacia, mentira e imposición, no sobrevive la prueba del tiempo ni la fuerza transformadora de la gente de bien. Y es que no hay mal eterno ni pueblos que lo resistan y admitan. (Por Néstor Núñez/Servicio Especial de la AIN).