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Bloqueo, contra la gente

Bloqueo, contra la genteA la hora del análisis de los daños ocasionados por el bloqueo oficial norteamericano contra Cuba, las estadísticas reflejan gráficamente el monto de pérdidas materiales ocasionado a la Isla, que a estas alturas, por ejemplo, se acerca al billón de dólares.

Otras cifras recogen el número de empresas extranjeras sancionadas cada año por las autoridades de Washington, debido a su interés por vincularse a la economía cubana.
   
Sin embargo, hay además en el bloqueo costos humanos severos que no pueden ser pasados por alto, y que se suman a ese conjunto de guarismos los cuales no dejan de ilustrar perfectamente los costos objetivamente contables del cerco que por casi cinco décadas soporta la Isla, pese a la reiterada condena internacional a semejante agresión imperialista.
   
Hablamos, entre otras cosas, del prolongado malestar y hasta de la desaparición física de enfermos que no han podido recibir determinado medicamento, o de un equipo médico que nos ha sido negado.
   
También de los estudiantes privados de satisfacer sus inquietudes por la impuesta falta de acceso a materiales novedosos de enseñanza; o de los deportistas que ven frustradas sus aspiraciones porque se les niega acceso a competencias claves o a técnicas de último grito, en fin…
   
Y en ese contexto, asume además un peso extraordinario la existencia cotidiana de toda la población cubana, y el hecho de estar sometida de manera permanente a una vida llena de inmerecidas tensiones, privaciones, dificultades y apremios.
   
Aseguran estudiosos de la sociedad que cada 15 años se puede hablar de una nueva generación, atendiendo al presente de esos jóvenes, a sus inquietudes y horizontes, y a las innovaciones y cambios permanentes de la propia existencia material y espiritual, que los van haciendo diferentes a sus predecesores.
   
A partir de esa definición, entonces al menos tres generaciones de cubanos no han conocido otra cosa en su existencia que la vida azarosa que impone a nuestro país el cerco diseñado y mantenido a toda costa por los círculos norteamericanos de poder.
   
Esos sectores reaccionarios que creen percibir en los más noveles cubanos caldo de cultivo adecuado para sembrar sus ideas y promover el cambio nacional que abandone los preceptos patrióticos, la dignidad y los principios de solidaridad que garantizan la independencia y la autodeterminación del país.
   
De manera que la guerra comercial y económica de Washington, la cual también este año de seguro recibirá la condena global en la Asamblea General de la ONU, como ha sucedido en ocasiones anteriores, es también atentado contra el futuro de la Isla, representado en sus más jóvenes ciudadanos.
   
Contra su salud, desarrollo intelectual, posibilidad de incursionar en el campo de la ciencia, la cultura, el arte o el deporte, apunta el engendro creado por Washington hace diez lustros.
   
Monstruo de mil cabezas que tiene hoy similares propósitos a los proclamados por sus agresivos progenitores apenas iniciada la década de los sesenta del pasado siglo: rendir por hambre, penurias y enfermedades a Cuba que, por independiente, no es admisible en el mundo proyectado por el hegemonismo y las ataduras al más fuerte. (Por Néstor Núñez, AIN)