El arroz fruto del esfuerzo sabe mejor
Los hermanos Arnulfo y Nicolás Olivera tienen sembrados tres cordeles de arroz en las inmediaciones de la costa santacruceña, donde no faltan jejenes y mosquitos, zona desprovista de sombra, donde los rayos del sol castigan a los osados agricultores del popular grano, convencidos, sin embargo de que cualquier sacrificio es válido si se trata de obtener un bien para la familia.
El salitre es dueño y señor en el área. Las batidas del mar en épocas de viento huracanado han hecho estragos a ese tipo de cultivo, pero la persistencia de ambos ya completa los seis años, aunque sus edades sean avanzadas. Arnulfo, el más comunicativo, tiene 70 años y su hermano 72. ¡Claro que la edad pesa, pero no los detiene! Aseguran que continuarán en esa labor hasta donde les den las fuerzas. Aunque piensan que el trabajo fuerte mantiene la salud, y esto lo avala su excelente condición física.
El empeño por extraerle provecho a la tierra lo aprendieron desde la cuna y se afanan por dejarlo en sucesión a sus hijos y nietos. Verlos unidos en los rústicos diques, levantados y reconstruidos por sus portentosas manos, nos demuestra su lealtad hecha semilla, más allá de lazos familiares que los identifican.
La hoz de cada uno lleva en el veterano filo las marcas de los cortes, esos ahora repetidos, y quizás permanentes por mucho más tiempo.
La actual cosecha llegará a los cinco o seis quintales. Las anteriores han llegado a 10. Los ha perjudicado la falta de fertilizantes y el saqueo de los gorriones, pero son conscientes de que estos animales también tienen que alimentarse, es el ciclo natural de la vida. Para próximas siembras van a aprovechar los tallos de las plantas cortadas en esta oportunidad para hacer base fértil y mejorar las producciones.
El cereal tiene lugar preferente en la mesa de estos inseparables hermanos, además de contribuir con la de parientes y vecinos. El desprendimiento y la solidaridad los identifica en el Reparto Fernando del Toro de Santa Cruz del Sur.
Para estos agricultores de buena fe el optimismo debe fomentarse todos los días. Luego del corte y el fatigoso trillado, vendrán días de sol para los granos, lo llevarán luego a la máquina peladora ¡y a comer arroz! sin dejar de pensar en el futuro, enseguida comenzarán a fomentar los semilleros para emprender el cultivo entre los meses de octubre y noviembre. Para ellos el arroz fruto del esfuerzo sabe mejor. (Iliana Pérez Lara/ Radio Santa Cruz)