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Cuba rechaza todo tipo de terrorismo

Cuba rechaza todo tipo de terrorismoLa reciente decisión cubana de circular a nivel de la Organización de Naciones Unidas el documento oficial que reitera el rechazo de la mayor de las Antillas a todo tipo de terrorismo, coloca nuevamente en la palestra pública la posición diáfana que no solo responde a principios éticos y morales, sino además a la dura experiencia nacional como víctima de ese tipo de actos criminales.
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Nadie puede pasar por alto, cuando se aborde este preocupante y lacerante asunto, que en materia de actos terroristas organizados, pagados o permitidos por numerosas administraciones norteamericanas, Cuba tiene el triste privilegio de estar entre los blancos esenciales.

De ahí que los cubanos resulten especialmente sensibles a tales manifestaciones criminales y las condenen de plano por su carácter brutal y asesino.

No menos de dos mil ciudadanos de la Isla han muerto, y otros tres mil han recibido mutilaciones o heridas graves en todos estos años a manos de siniestros personajes entregados a sabotajes y agresiones arteras, provenientes en su inmensa mayoría de los Estados Unidos, donde tales elementos cuentan desde hace decenios con refugio seguro  y apoyo de poderosos sectores nacionales.

Porque esa, y no otra, es la realidad.

Washington no podrá negar a estas alturas que el terrorismo ha figurado entre sus armas preferentes en el largo encono contra la Revolución Cubana, y que la protección de los criminales  ejecutores de tales acciones, forma parte de su extraña doctrina “democrática” y “defensora de la libertad”.

La historia está ahí. Desde el sabotaje al barco francés cargado de armas en el puerto de La Habana en 1960, hasta el fomento y apoyo a los grupos de bandidos que en el Escambray y otras zonas del país asesinaron campesinos, maestros y jóvenes alfabetizadores.

Desde la invasión mercenaria por Playa Girón, hizo ahora medio siglo, hasta la destrucción en pleno vuelo de la nave civil cubana con 73 personas a bordo frente a las costas de Barbados.

Desde la deliberada introducción de mortales epidemias en la Isla, hasta la colocación de bombas en sus hoteles y centros turísticos mediante el pago a mercenarios centroamericanos.

A ello se une, que para los culpables de semejantes actos de violencia, las autoridades gringas solo han reservado la más absoluta impunidad y la más alevosa protección.

Luís Posada Carriles, autor del crimen de Barbados, culpable de repetidos intentos de asesinato de Fidel Castro, y organizador confeso de los atentados dinamiteros a instalaciones turísticas cubanas, entre otros actos brutales, vive tranquilo en los Estados Unidos, a donde además ingresó de forma ilegal, y cometió sonado perjurio al ser interrogado sobre el tema por las autoridades estadounidenses.

Sin embargo, a tono con esa peculiar manera de definir el terrorismo que caracteriza al imperio, cinco cubanos que desde territorio norteamericano intentaban evitar nuevos crímenes contra su pueblo, guardan prisión desde hace más de un decenio en aquel “democrático” país, en medio de todo tipo de arbitrariedades judiciales y carcelarias. (Por Néstor Núñez, AIN)