La vida es un sueño, un bolero que recorre el mundo
El bolero La vida es un sueño, del compositor cubano Arsenio Rodríguez, cumplió en 2008 seis décadas de grabado. Según el musicólogo neoyorquino Max Salazar, es una de las canciones con mayor número y frecuencia de grabaciones, que atrajo la atención desde América Latina, respaldada por un texto “capaz de provocar lágrimas”.
Por primera vez vio la luz en la isla, bajo el sello RCA Víctor, el 27 de febrero de 1948. Fue creada un año antes, después que su autor recibiera la noticia de que nunca más recobraría la visión. La historia del bolero me la contó, en 1996, en el barrio habanero de Lawton, Raúl, el hermano de Arsenio. La otra parte fue contada posteriormente en Los Ángeles:
“Nosotros fuimos a Nueva York en julio de 1947, con el objetivo de operar de la vista a Arsenio. Las gestiones las hizo Miguelito Valdés –especie de embajador de la música cubana en el exterior. El médico que atendería a mi hermano, de apellido Castroviejo, era una eminencia. Contábamos con una guía de Puerto Rico y nos alojamos en la casa de una amiga de la esposa de Marcelino Guerra. Se corrió la voz y desfilaron por allí todos los músicos cubanos que andaban por Nueva York en ese entonces, entre ellos Chano Pozo.
Cuando se supo la noticia de que Arsenio no podría ser operado, la guía puertorriqueña le preguntó a mi hermano que haría, en lo adelante. El le contestó: “Nadie es completamente feliz, la felicidad total no existe, yo tengo la suerte de vivir con mi música. Hay algunos que tienen vista y no ven más allá de sus narices”.
Entonces pidió la guitarra y fue componiendo esa famosa canción que solamente podía ser creada por alguien con tanto dolor dentro de su alma. Todos cantamos para aliviar la tristeza en aquella vivienda perneada por la tragedia. En la velada se encontraban músicos puertorriqueños, que le pidieron la canción para estrenarla, pero Arsenio decidió presentarla primero en su Cuba querida”.
No se trata de una canción dentro del escepticismo indiferente, sordo y mudo de Enrique Santos Discépolo, un tanguero huérfano de padre a los cinco años, para quien “el mundo fue y será una porquería”. La visión carente de maquillajes, de una vida desesperanzada, no es igual en Arsenio. El Ciego Maravilloso, postula: “Hay que vivir el momento feliz/ hay que gozar lo que puedas gozar/ porque sacando la cuenta en total/ la vida es un sueño y todo se va/.
Uno de los biógrafos de Arsenio, el colombiano Pablo Delvalle Arroyo, considera que la canción fue inspirada en una rima de Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta sevillano, víctima de la tuberculosis, en su libro Rimas y leyendas, escribió una titulada Es un sueño la vida:
Es un sueño la vida,
Pero un sueño febril que dura un punto,
Cuando de él se despierta,
Se ve que todo es vanidad y humo.
¡Ojalá fuera un sueño
Muy largo y muy profundo;
Un sueño que durara hasta la muerte!…
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.
Es posible que Arsenio se inspirara en ese título de Bécquer. Aunque no era un letrado, centraba su atención hacia todos los caminos de la vida. En la casa de Lawton, sus familiares cuentan que el tresero constantemente pedía a sus hermanos que le leyeran libros y le sintonizaran la radio para escuchar aventuras y novelas, y enterarse de todo lo que acontecía. Lo cierto es que el bolero de Arsenio no tiene coincidencia alguna con el texto de Bécquer. Además de que su canción lleva implícito el poder de la melodía que la inmortaliza.
Después que uno vive
Veinte desengaños
Que importa uno más,
Después que conozcas
La acción de la vida
No debes llorar.
Hay que darse cuenta
Que todo es mentira,
Que nada es verdad.
Hay que vivir el momento feliz,
Hay que gozar lo que puedas gozar,
Porque sacando la cuenta en total
La vida es un sueño
Y todo se va.
La realidad es nacer y morir,
Porque llenarnos de tanta ansiedad,
Todo no es más que un eterno sufrir,
El mundo esta hecho sin felicidad.
Que todo en la vida es sueño/y los sueños, sueños son, afirmaría mucho tiempo atrás Calderón de la Barca. A mi juicio, el bolero de Arsenio sólo es comparable al de otro coloso de la composición, José Dolores Quiñones: No te burles (Canta José Tejedor):
Cualquiera llora cuando llega su momento,
Cualquiera llora cuando tiene un sentimiento,
Cualquiera tiene un problema en su vida.
Nos confundimos al decir quién es el bueno,
Nos confundimos al decir quién es el malo,
Y no sabemos ni siquiera quienes somos,
Ni dónde estamos, ni por qué nos vamos.
Que ría el que tenga un amor,
Que llore el que tenga un dolor,
Cualquiera tiene un problema en su vida.
El texto de esta canción tiene puntos de contacto con un poema de Goethe, titán de la cultura europea. Como vemos, los compositores populares poseen una filosofía muy realista, de la tradición oral, de ese lenguaje que viene del polvo de los talleres y de las calles, “donde los poetas ponen colores en el agua que corre por las calles y flores en las palabras”.
(Rafael Lam /Colaborador de Prensa Latina).