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Posada Carriles y el Parlamento Europeo

Imagen de muestraLa Habana, 16 mar.- Casi en paralelo a la reciente sesión del Parlamento Europeo que alineó a esa institución con la campaña mediática contra Cuba, un tribunal estadounidense suspendió por enésima vez el juicio que se sigue contra Luis Posada Carriles.

El señalado como mas importante terrorista de la historia reciente en América Latina, sonriente y tranquilo, no ha sido molestado en absoluto en su feliz estancia en La Florida, consciente de la inmunidad representada por los secretos que conoce de las actividades violentas contra la Isla para las cuales fue reclutado por la CIA.

Se trata de uno de los casos más escandalosos en la historia de los planes ejecutados durante muchas décadas por el gobierno de Estados Unidos después del triunfo de los guerrilleros de la Sierra Maestra, que compromete a todas las administraciones del último medio siglo.

Es conveniente siempre refrescar lo que ha representado en la interminable historia de las agresiones terroristas contra la nación antillana este hombre tratado con guantes de seda por el gobierno y la justicia estadounidenses y que carga sobre sus hombros haber segado la vida de tantos cubanos.

Su más indignante y célebre hazaña fue la voladura en pleno vuelo, en 1976, de un avión de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados, mediante la cual asesinó a sangre fría a 73 personas, entre ellas los jóvenes integrantes del equipo de esgrima que regresaba a La Habana tras ganar un torneo en Venezuela.

Si una acción de este tipo merece la condena enérgica, la característica del personaje quedó aún mas clara ante el mundo entero cuando fue capaz de reconocer en una entrevista hecha por la periodista venezolana Alicia Herrera la autoría del hecho sin sonrojo alguno.

Su socio de fechoría, Orlando Bosch, otro ahijado de los servicios de espionaje norteamericanos, declaró tranquilamente que apenas había muerto en el terrible atentado "un grupo de negritos" mostrando así su catadura moral.

Posada Carriles, además de una negra historia de torturador de la policía política venezolana, fue responsable de una ola de atentados dinamiteros contra instalaciones turísticas en Cuba y del envío de mercenarios latinoamericanos para ejecutarla.

De nada valen las pruebas presentadas por Venezuela y por Cuba para lograr, por lo menos, que los tribunales de Estados Unidos apliquen las condenas merecidas por Posada y Bosch y ni siquiera celebren los juicios pertinentes, porque la protección oficial así lo impide.

Esta aberración jurídica, política y hasta antihumana, no mereció la atención de los ilustres eurodiputados que prefirieron convertirse en aliados de la nueva arremetida contra Cuba, en la cual presos comunes son convertidos en héroes de la lucha por los derechos humanos. (PL)