¿Son las expresiones faciales tan universales como creemos?

Un reciente estudio conducido por psicólogos norteamericanos y españoles pone en cuestión la universalidad de las expresiones faciales para las emociones básicas.

Las conclusiones apresuradas

Desde los trabajos experimentales del eminente psicólogo de la Universidad de California, Paul Ekman, en la década de los 60, la comunidad científica ha aceptado que las llamadas expresiones básicas (miedo, ira, asco, tristeza, alegría y sorpresa) se corresponden con expresiones faciales universales, y que esa universalidad permite asumir que se trata de reacciones fisiológicas naturales, comunes a todos los seres humanos con independencia del entorno cultural en el que se hayan desarrollado.

Aquellos trabajos de Ekman se llevaron a cabo tomando como referencia a indígenas de Papúa-Nueva Guinea, ya que eran algunos de los habitantes del planeta que menos contacto tenían con la cultura occidental.

El psicólogo Carlos Crivelli, junto a su colega José Miguel Fernández Dols, de la Universidad Autónoma de Madrid, estaban trabajando juntos en este tema cuando se les ocurrió que tal vez deberían revisar las conclusiones de Ekman.

Así que uno de ellos, Crivelli, se fue al archipiélago Tobriand, en Papúa Nueva Guinea -acompañado de su compañero y amigo Sergio Jaramillo, del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York- y replicó el experimento.

Dos formas de la misma expresión

Enseñaron a los lugareños fotos de gente alegre, triste, enfadada o asustada; pidieron que las interpretaran, e hicieron cuestionarios al respecto. Los resultados han sido relativamente sorprendentes.

Muchos de los nativos interpretaban el rostro de una persona con los ojos muy abiertos y labios separados (que al menos en occidente identificaríamos claramente con el miedo) como el rostro de alguien enfadado.

A priori no parece un gran descubrimiento científico, pero supone un cambio importante en la medida en que cuestiona que una emoción básica, como el enfado, puede expresarse al menos de dos maneras; y que una misma expresión facial puede interpretarse, al menos, de dos formas distintas. La vigencia de la antigua “tesis de la universalidad” de Ekman presenta al menos una primera grieta.

James Russell, un psicólogo de la Universidad de Boston, defiende una idea que él llama “universalidad mínima”, y que podría establecer un puente entre ambas teorías. En un artículo al respecto publicado en la revista Science, resumen esta teoría: “el número limitado de maneras en que los músculos faciales pueden moverse crea una plantilla básica de expresiones que luego son filtradas a través de cada cultura para ganar significado”.