Santacruceño comenta anécdotas sobre hermano apresado en la emboscada de Pino Tres

Santa Cruz del Sur, 20 sep.- Roberto Evangelista Figueredo Reytor es un hombre al que la sencillez lo define en cuanto se conoce. Sus manos se mueven inspiradas a la par de las cosas que desea narrar, porque así es su temperamento “Soy intranquilo desde que nací”, dijo campechano al reportero. El tema central del diálogo fue Fernando Figueredo Castellano, uno de los apresados luego de la trágica emboscada de Pino Tres.

“En mi infancia yo recibía regaños continuos, ni un ciclón podía competir conmigo”, por eso un pariente cercano lo apodó Veneno. “Así sigo siendo nombrado por los vecinos del poblado Haití (distante 14 kilómetros de la ciudad cabecera municipal). Con ese mote voy a morir”, señaló risueño. Prefirió primero referir algunas cuestiones personales antes de adentrarse en las tristes remembranzas.

Fernando fue uno de sus 15 hermanos, fruto de uno de los matrimonios del viejo Francisco, hábil comerciante dedicado a la venta de artículos de ferretería, bebidas y víveres así como mecánico de turbinas en el entonces central Macareño. El santacruceño se ajustó a lo que sabe, pues según él mismo afirmó, las mentiras desmeritan.

Casi al cumplir los 71 septiembres la nitidez de su memoria es admirable. Andaba él por la adolescencia cuando Fernando, “salió a toda prisa de Ciego de Ávila, lugar donde vivía. En esa región camagüeyana le robó la pistola a un guardia de la tiranía Batistiana, y vino a dar aquí”.

El intrépido revolucionario del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) lo mismo se quedaba en la casa de Estrella, en el barrio Las Yaguas, que en cualquier hogar de los parientes íntimos.

“Era muy reservado en cuanto a la labor clandestina que desarrollaba, pero cariñoso y noble sí se mostraba. Una vez me herí un pie, porque me gustaba andar descalzo, sin embargo él me subió sobre sus hombros y caminó así mucho rato hasta dejarme en la casa de una tía mía”.

Muchas de las cuestiones sobre el accionar de Figueredo Castellano las ha averiguado su hermano, en entrevistas realizadas a compañeros de lucha de éste. “Quiso alzarse en 1957 en los montes de San Miguel, ubicados entre Haití y el municipio “Amancio Rodríguez”, de la provincia Las Tunas. Cambió de idea, prefirió irse para Niquero, en la región más oriental de Cuba, para alzarse en la Sierra Maestra y formar parte del Ejército Rebelde”.

No tuvieron otras noticias. Pasaron varios meses, hasta que algo sobresaltó a los Figueredo y demás lugareños. La tranquila madrugada del día 27 de septiembre de 1958, cambió de pronto. “Escuchamos un gran tiroteo bastante alejado del caserío, era imposible determinar a esa hora el lugar exacto donde se producía.

 

Al amanecer nos enteramos que la escaramuza había ocurrido en Pino Tres. Fue emboscada la Columna rebelde al mando del Capitán Jaime Vega, quien incumplió las órdenes dadas por Fidel: montó a la tropa en camiones… La tiranía los emboscó fácilmente”.

Ese propio día Alcides Díaz Figueredo, familiar del entrevistado, avisó a sus padres que Fernando y Horacio Cobiella, otro de los combatiente de la Columna número Once “Cándido González”, habían sido apresados y llevados para el cuartel. “Allí los asesinaron. Nuestra familia sufrió el dolor en silencio para que los soldados no se enteraran del lazo consanguíneo que nos unía”.

“El padre de Cobiella era un hombre adinerado, vivía en la colonia La Clarita, al enterarse del hecho ofreció dinero a los jefes de los guardias para que le soltaran su hijo y al compañero de lucha. Le contestaron que regresara ese propio 27 a las cuatro de la tarde para entregárselos. Confiado, dio el dinero, sin embargo la realidad fue la que le declaré.

A ambos los guardias los encontraron encima de una de las matas de mango cercana al sitio en el que organizaron la canallesca asechanza. Al parecer ambos esperaban en la cima del árbol los primeros claros a fin de poder orientarse mejor. La cólera enemiga quería más sangre”, añadió.

Figueredo Reytor comentó que aún le quedan vivos siete hermanos (cuatro varones y tres hembras). “En todos nosotros está Fernando”.

Casi tenía la maleta alistada para visitar a los tres nietos que viven en la provincia de Cienfuegos. “Son muy apegados a mí y yo a ellos. Antes del día del acto por el nuevo aniversario del acontecimiento estaré de vuelta. Volveré al mausoleo de Pino Tres a rendirle tributo a los 33 valientes que allí lucharon sin miedo a la muerte”, ratificó el jubilado del sector azucarero.