Economía

El Caribe, Cuba y el turismo

El Caribe, Cuba y el turismo  Mantener y garantizar el crecimiento del turismo en Cuba deviene una directiva central para el ministerio del ramo, sus grupos y cadenas, y para su empleomanía en pleno. Esto posibilita que la industria sin chimeneas justifique con creces su carácter de locomotora de la economía.

Con ingresos financieros sustanciales, la generación de fuentes de empleo y la activación de otras ramas afines, el dinámico giro solo es superado en sus aportaciones al país por la exportación de servicios profesionales, de ahí que resulte una prioridad solucionar problemas de la calidad del producto turístico, la comercialización y la promoción.

Hay realidades que no se pueden tampoco pasar por alto, como son los casos de la competencia en el área del Caribe, donde República Dominicana, Puerto Rico y el Caribe mexicano son “rivales” a tener en cuenta, por poseer, entre otros atributos, vía libre con el mercado estadounidense.

En esa misma cuerda vale la pena reiterar, que el Destino Cuba solo puede entonces acceder al 50 por ciento de los veraneantes que escogen la región para sus vacaciones, debido a las regulaciones del férreo bloqueo de EE.UU contra la Isla, causante en esta materia de afectaciones por más de 23 mil millones 700 mil dólares.

Depender entonces de flujos lejanos, como los procedentes de Canadá y Europa, encarecen el producto dada las distancias geográficas, a la vez que suma las incidencias aportadas por la crisis económica que azota por igual a las naciones del Viejo Continente, que ha visto así restringirse sus viajes fuera de fronteras.

Para la Antilla Mayor, como para el resto del Caribe, el turismo constituye una fuente privilegiada de ingresos, hasta tal punto que la dependencia en tal dirección sea ascendente para muchas de las pequeñas economías de la zona, que tiene ante ella retos como los de diversificar sus productos, integrar el sector del ocio con el resto de las industrias nacionales, laborar por la sostenibilidad e ir a la búsqueda de un mejor equilibrio entre los mercados emisores.

Pese a ser rápidamente influenciado por guerras, epidemias, crisis y desastres climatológicos, tales vulnerabilidades no le restan al turismo caribeño sus opciones como uno de los destinos de sol, playa, divertimento y cruceros más importantes del orbe.

Patrimonio, ritmo, color, clima y diversidad de lenguas por un lado, en una balanza; y en la otra, por ejemplo, la falta de conexiones aéreas intra-regionales; constituyen realidades rotundas dentro de este contexto, que no solo puede salvarse de esas barreras con exhibir una naturaleza pródiga, historia y cultura peculiares, y pobladores con una especial simpatía.

Se imponen acciones como las de la tan anhelada integración entre países del área, en un panorama marcado por la creciente competencia a nivel global, el alza de la demanda y el cambio en el perfil de los consumidores.

“En este mundo al que nos enfrentamos, opinó recién el ministro cubano de la actividad, Manuel Marrero, el multidestino pasa a ser un componente esencial que puede dar respuesta a las personas que quieren optimizar su dinero y su tiempo, cubrir muchas expectativas en un solo viaje y vivir emociones y experiencias diferentes”.

“Tenemos que entender que los más de 20 millones de personas que vienen a la región del Caribe, a la hora de elegirnos primero piensan en el Caribe, después en el país, en la región turística y finalmente en el hotel donde van a dormir”, apuntó.

Coincidimos con la sabia proyección del Titular, así como con la perspectiva delineada en 2004, en un artículo firmado por el Dr. Héctor Ayala Castro, quien afirmaba entonces: “Corresponde al Caribe resolver aquellos problemas que dependan de él, potenciar los lados positivos y aprovechar las oportunidades (…) elevando en todos los sentidos a un rango más alto este Destino Turístico para beneficio no solo de los turistas, sino también de la población receptora”.

Cuidar los ecosistemas, abogar y trabajar por un turismo sustentable, educar a los pueblos para ser buenos, muy buenos, anfitriones; velar por la calidad a ultranza y lograr que la comunidad caribeña entienda que son más las razones que la unen, que las que la distancian, en aras de que la industria turística arroje solo ganancias para el Caribe, para Cuba y, en fin, para todos (Por Luz Marina Fornieles Sánchez, AIN)