Lorenzo Pérez Pérez: miliciano de la cabeza a los pies

Lorenzo Pérez Pérez: miliciano de la cabeza a los piesCreció escuchando hablar de mareas, pesquerías y millones de necesidades. Lorenzo Pérez Pérez está por cumplir los 73 años de edad.

Las palabras salen de su boca una tras otra, como aquellas ráfagas de abril de 1961, en Playa Girón, y emergen las anécdotas que involucran todas aquellas cosas imposibles de borrar.

“Sobre todo una para el bien de todos: “¡el triunfo de la Revolución!, eso fue lo que nos salvó la vida: a mí, al viejo querido que me engendró, y a los muchachos del barrio donde nací”.

“Tengo una memoria muy buena. Mi padre fue comunista, colaboraba en la venta de bonos del Movimiento 26 de Julio, una actividad en la que nos involucramos todos en la casa. En la dictadura de Batista, estábamos nosotros y mucha gente más en una lista negra… tenían planeados lincharnos, pero llegó el Comandante y mandó a parar…”.

En cuanto se formaron las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) este santacruceño vistió la camisa azul y el pantalón verde olivo.

El Orlando, bote de su propiedad, comenzó a navegar con un doble fin. “Además de sustentar a la familia, inicié el traslado de hombres hacia tres puntos de vigilancia de las Tropas Guardafronteras, manteniéndoles apertrechados de armamento, agua, comida y medicamentos. Así impedíamos los intentos de salidas ilegales del país, planificados por cabecillas, bandidos y seguidores de la contrarrevolución interna”-

A diario, los pescadores, milicianos de ¡Patria o muerte!, al igual que Lorenzo, patrullaban la costa, tanto de día como de noche, desde el propio puerto de esta localidad hasta las cayerías más distantes. El enemigo por este lado de la geografía cubana no tuvo nunca escapatoria.

“Uno nunca se puede confiar totalmente. En una oportunidad unos ciudadanos, supuestamente revolucionarios: dos mujeres e igual cantidad de hombres, querían realizar una pesquería, solicitaron el permiso y se les concedió. Me asignaron la tarea de embarcarlos en el Orlando. Durante la travesía me olí que algo no andaba claro… descubrí las perversas intenciones de ellos, sin mostrarme ofuscado, les di confianza para no levantar sospechas”, recordó.

Pérez Pérez los observa encima de la dócil nave analizando un mapa: “Querían ir directo para Caimán Grande, tenían entre ceja y ceja irse para los Estados Unidos”.

“Ellos le habían tirado el ojo al motor… estaba nuevo de paquete. En la playa de cayo Peralta pidieron bañarse, esa fue mi oportunidad para a escondidas dejarles agua y un ripio de galletas. Salí como un bólido. Empezando el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana, a las ocho de la noche, llegué ante las autoridades correspondientes y les ofrecí toda la información”.

A Arturo Mariano se le da la orden de partir hacia el área donde están los ciudadanos. “Los sorprendimos a las seis de la mañana, dormitando bajo un copioso mangle prieto”.

Algo tan valioso como el cumplimiento del deber, muchas veces nos cuesta la vida, sobre todo cuando se trata de salvaguardar las conquistas de un proceso hecho realidad bajo el liderazgo de Fidel y la fidelidad de un pueblo entero. “Nunca he sentido temor. Todavía me siento miliciano de la cabeza a los pies”.

(Radio Santa Cruz)