Martí, infinito, inmenso e inmortal

Otorgan a pioneros santacruceños distinción 28 de EneroMartí, Apóstol, Maestro, como un sol al infinito firmamento, audaz de pluma y golpe, acción irrevocable de principios, grilletes que no doblegaron el ímpetu patriótico de adolescente, de hombre viril, espartano, con llagas, yerros, dolor del alma, de amor ausente, doña Leonor: madre sagrada del corazón, o lágrimas calladas de Don Pepe.

Y el otro amor maternal, más grande, no el ridículo apego a la tierra, como Abdala se levanta, surge, irrumpe en torbellino de ideas y quehaceres, dicta, escribe, pronuncia, y el frescor sublime del amor inmenso a la Patria está allí, en su pecho, en su aire, en su presencia.

Y viaja, camina, transita en el tiempo y el espacio, nutre el espíritu, y da, enseña, ama, funda, cree, ahonda su sentir en la Madre América, y hace suya las tierras del indio, del coyote, del quetzal, del cóndor de los Andes…

Y señala el camino, marca el derrotero, ensortijando voluntades, multiplicando deseos, y uniendo a todos y para el bien de todos en una sola latitud, desde el Río Bravo hasta las tierras húmedas y cenagosas de la Patagonia…

Y va Martí, indetenible, incansable, en Centroamérica, en Venezuela, en Uruguay, y viaja al norte hacia el gigante de las siete leguas, y advierte, previene, para que no se extiendan por las Antillas y caigan con esa fuerza sobre nuestras naciones, y se escucha su voz, en Tampa, en Nueva York, con los tabaqueros, los emigrados, los patriotas…

La Guerra Necesaria, ha comenzado a cobrar color, fuerza, hombres y caudillos, unidad es la palabra de orden, ayer los ricos, hoy todos, cubanos y patriotas, todos, ardua labor, titánica labor, todas sus fuerzas, todo el talento, todo el amor, la Patria lo merece, el pueblo lo merece, y ahí está Martí, José Martí, el hombre de La Edad de Oro, el hombre de los versos sencillos, el de los pinos nuevos, con su figura menuda, su levita raída, y su inmenso amor por su país, por su pueblo.

Marcha erguido, fuerte, orgulloso, con ese peso en sus hombros, con esa inmensa tarea, y la revolución avanza, aún cuando los débiles no sigan adelante, esos que se aparten, los flojos que respeten, los grandes que avancen, esta es tarea de grandes, y se levanta el estandarte, y de nuevo flamea en la manigua redentora el grito libertario, y va el Apóstol del Norte hasta Playitas, hasta Dos Ríos, hasta el infinito, inmenso e inmortal….

Y vemos a Martí multiplicado, eterno, en Cuba, en América, en el mundo, y su voz vibra, se extiende, resuenan sus ecos entre las paredes del tiempo, ayer y hoy, adelante, verso y pluma, amor y bandera, coraje y sacrificio, perenne, cotidiano, en las aguas, en el aire, en las llamas, en el infinito batallar del hombre, en “…la pelea eterna del vientre contra el ala”. (Hugo Betancourt Mayoral/ Radio Santa Cruz)