Pretextos

PretextosEn la mañana del 11 de septiembre de 2001 una noticia, casi imposible de creer, estremeció al mundo: en el propio territorio estadounidense dos aviones impactaban contra las conocidas Torres Gemelas de Nueva York.

Otros dos aviones intentaron actos suicidas, pero no hicieron los estragos de los primeros.

Las especulaciones no tardaron: que si un accidente, que si un ataque terrorista…

Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda, pasó a encabezar la lista de los más buscados en todo el planeta.

Irak y Afganistán se convirtieron en escenarios bélicos, donde Estados Unidos y sus aliados, todavía hoy, masacran a la población civil en inútil holocausto, pues Osama Bin Laden no ha sido capturado y es preferible para los ciudadanos, especialmente de Afganistán, un Al Qaeda, malo conocido, que un Estados Unidos, bueno por conocer.

A estas alturas la probabilidad de que lo del 11 de septiembre no fuera un accidente ni un acto terrorista, sino un autoataque, es casi una certeza. Lo cual, si se demuestra, sería más que un horrendo crimen, que tendrían que pagar en su día los autores intelectuales, esos a los que además, les tocaría responder por los miles de muertos, no solo en las Torres Gemelas, también de soldados en las guerras, de civiles iraquíes y afganos entre los que se cuentan niños, mujeres y ancianos indefensos.

Por otra parte, los acusados de terroristas han sufrido las más crueles torturas en nombre de una lucha que no es ni remotamente contra el terror, pues si así fuera el gobierno de los Estados Unidos no acogiera y protegiera  a terroristas confesos como Orlando Bosch o Luis Posada Carriles.

Si de verdad la lucha fuera contra el terrorismo, no estuvieran presos cinco cubanos que desde territorio norteamericano garantizaban que no se cometieran tales acciones ni en Cuba, ni en la propia nación norteña, y que precisamente mañana cumplen 11 años de injusto encierro. Por cierto, Los Cinco repudiaron los ataques terroristas en New York y Washington. Gerardo Hernández incluso se ofreció ante las autoridades del Penal para donar sangre y Ramón Labañino pidió a su esposa que le trasladara al pueblo norteamericano, en nombre de ellos cinco, su disposición a colaborar en lo que fuera necesario.

Pero todos sabemos que el objetivo imperial es otro: establecer el control de los recursos naturales, especialmente el petróleo que poseen los países ocupados, para seguir manteniendo el estilo de vida que hace a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres.

La lucha contra el terrorismo y el establecimiento de la democracia a la manera yanqui, son solo pretextos que ni ellos mismos ya se creen. Pretextos que no podrán mantener eternamente, pues sus propios autores se encargan a diario, con su proceder, de desenmascarar las verdaderas intenciones.

Pretextos que son solo eso: pretextos.

(Por: Iliana Pérez Lara/ Radio Santa Cruz)