Legado de Fidel Castro perdura en provincia más oriental de Cuba
Con motivo de la conmemoración este 13 de agosto del 99 cumpleaños del insigne guerrillero, los guantanameros reviven su impronta transformadora en una geografía marcada por obras sociales y económicas que llevan su sello.
Los relatos sobre sus visitas no se limitan a los registros de historiadores, realizadores audiovisuales, dirigentes políticos y gubernamentales. También residen en la memoria colectiva de un pueblo agradecido por el liderazgo excepcional de Fidel Castro.
Desde su primera visita el 3 de febrero de 1959, el Comandante en Jefe valoró los atributos de una provincia cuya historia, cultura y paisaje la hacen —como él mismo expresó en 1985— “singular y heroica».
En aquel primer encuentro, el líder revolucionario se identificó con los humildes, los estudiantes, los trabajadores desprotegidos, y con todos aquellos que necesitaban el respaldo de la Revolución, especialmente en una región históricamente relegada por los gobiernos al servicio de las élites estadounidenses.
Durante sus múltiples recorridos por Guantánamo, impulsó el desarrollo social y económico de todos sus municipios. Bajo su liderazgo se construyeron círculos infantiles, escuelas, consultorios médicos, hospitales, planes agrícolas y citrícolas, entre miles de obras destinadas al bienestar de la población.
Ya fuera en los parajes remotos de Maisí, Baracoa, Yateras, Niceto Pérez, El Salvador, Manuel Tames, o en los límites con la ilegal base naval estadounidense en Caimanera, el carismático presidente cubano tejió una relación épica con el pueblo guantanamero, al que elogió por defender la “primera trinchera antiimperialista de América”.
Sus visitas están cargadas de simbolismo. Cada 11 de abril, los habitantes de esta región recuerdan el desembarco por Playitas de Cajobabo del Héroe Nacional José Martí, junto a un grupo de patriotas, para iniciar la guerra por la independencia de Cuba. Fidel también honró ese sitio emblemático en varias ocasiones.
Entre las más recordadas figuran la visita de 1976, junto al documentalista Santiago Álvarez, y la de 1995, en el centenario del desembarco de José Martí. En la primera, sostuvo un emotivo encuentro con Salustiano Leyva, el niño que conoció al Apóstol cubano. Ese diálogo quedó inmortalizado en el documental Mi hermano Fidel, dirigido por Álvarez.
En 1995, Fidel Castro regresó a Playitas con la misma emoción, reconociendo el profundo significado patriótico del lugar. Allí evocó la “dicha grande” que sintió Martí al volver a Cuba para luchar por su independencia, un sentimiento que también parecía reflejarse en el líder revolucionario. (Tomado de Prensa Latina)