Cuba festeja 56 aniversario de la Revolución

La Habana, 31 dic .- Tras festejar durante medio siglo el triunfo revolucionario sometida a un férreo bloqueo económico y otras agresiones, Cuba brindará porque las recientes negociaciones con Estados Unidos sean el inicio de unas relaciones basadas en el respeto mutuo y el fin del cerco norteamericano.

El 17 de diciembre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciaron, en forma casi simultánea que, tras 53 años de una ruptura decidida por Washington, comenzaba un proceso encaminado al restablecimiento de vínculos bilaterales.

El mandatario cubano calificó de importantes las decisiones discutidas durante 18 meses de negociaciones directas, pero alertó que estaba pendiente de resolver lo esencial: el cese del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, recrudecido en los últimos años.

Nuestro pueblo debe comprender que, en las condiciones anunciadas, esta será una lucha larga y difícil, requerirá la movilización internacional y que la sociedad norteamericana continúe reclamando el levantamiento del bloqueo, expresó Raúl Castro.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, dijo en Naciones Unidas en octubre pasado que "los daños económicos acumulados, enormes para una economía pequeña, alcanzan 1 billón 112 mil 534 millones de dólares".

Añadió que "en el último periodo (gobierno de Obama) se ha intensificado la aplicación extraterritorial de la denominada ley Helms-Burton " especialmente la imposición de enormes e insólitas multas por 11 mil millones de dólares contra 38 bancos que realizan transacciones con Cuba y otros países".

Exitosa ofensiva

Esa batalla comenzó el 1 de enero de 1959 cuando en la madrugada una flotilla de cuatro aviones, con el dictador Fulgencio Batista y sus allegados a bordo, salió desde La Habana con destino a República Dominicana, donde fue acogido por su colega Rafael Leónidas Trujillo.

La exitosa ofensiva de la guerrilla dirigida por Fidel Castro, en la antigua provincia de Oriente; y de Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, en el territorio central de Las Villas, liquidó un régimen que dio muerte a unas 20 mil personas.

Batista había derrocado al presidente Carlos Prío Socarrás, el 10 de marzo de 1952, cuando se preparaban unas elecciones generales, en las cuales no tenía ninguna posibilidad de ser electo.

Fidel Castro intentó el 26 de julio de 1953 ocupar en Santiago de Cuba el cuartel Guillermón Moncada, la segunda fortaleza militar del país, con un centenar de jóvenes.

Condenado a 15 años y amnistiado por presión popular en 1955, marchó a México en mayo de ese año, de donde regresó el 2 de diciembre de 1956 en el yate Granma para iniciar la lucha guerrillera que, en diciembre de 1958, hacía imposible la permanencia del tirano en el poder.

El gobierno de Estados Unidos, que brindó apoyo económico y militar a Batista desde el primer momento, al final comprobó que la suerte de éste estaba echada y comenzó a buscar una solución que no fuera la victoria rebelde.

Con ese propósito el embajador estadounidense en La Habana, Earl T. Smith, le comunicó el 17 de diciembre de ese año que "el Departamento de Estado miraba con escepticismo cualquier plan o intención de su parte que significara permanecer indefinidamente en Cuba".

En su libro "El cuarto piso", el diplomático reconoce que "los Estados Unidos, diplomática, pero claramente, le había dicho al presidente de la República que debía irse de su propio país".

Smith revela que le recomendó "una ordenada transmisión de poderes" y Batista, a partir de la conversación con Smith, comenzó a maniobrar para proteger su partida y los intereses que representaba, mediante la formación de una junta militar que impidiera el triunfo guerrillero.

Revolución, sí; golpe militar, no!

En una reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto, mayor general Francisco Tabernilla, y otros altos oficiales, el gobernante les ordenó buscar "una solución nacional".

Tabernilla dispuso que el general Eulogio Cantillo, jefe de Operaciones en Oriente, se entrevistara con Fidel Castro, durante la cual el alto oficial se comprometió a iniciar un movimiento militar el 31 de diciembre que depusiera a Batista y diera apoyo incondicional a la victoriosa guerrilla.

El hoy líder histórico de la Revolución informó el 1 de enero en Santiago de Cuba, tras la rendición de la ciudad que Cantillo incumplió su palabra al participar en la formación de una junta en La Habana, al frente de la cual designaron al magistrado Carlos Manuel Piedra.

Aquella efímera junta cívico-militar, con Cantillo como jefe del Estado Mayor del Ejército, murió prácticamente al nacer, pues incluso el pleno del Tribunal Supremo de Justicia se negó a legitimarla.

El líder insurrecto denunció que esa maniobra, que calificó de golpe ambicioso y traidor, se dio con la anuencia de Batista y el mismo día, en alocución radial, planteó: permitir su huida y ese mismo día, en alocución radial, planteó: "!Revolución, sí; golpe militar, no!

El contundente rechazo del jefe guerrillero paralizó la acción y Cantillo, en un último intento, mandó a buscar a Isla de Pinos, al sur de esta capital, a militares presos por una conspiración el 4 de de abril de 1956, y le entregó el mando del ejército al coronel Ramón Barquín.

Ese oficial tampoco pudo resolver la situación y el 2 de enero el comandante Camilo Cienfuegos ocupó el principal campamento militar del país, donde en la noche del 31 de diciembre Batista dio los últimos toques a un plan que consideraba salvador.

El pueblo cubano despertó el primer día del año 1959 sin conocer que el dictador se había marchado furtivamente en horas de la madrugada y con la sorpresa de ver en las calles a jóvenes revolucionarios, que se apoderaron de estaciones de policía y dependencias oficiales.

Salvo algunos combates esporádicos con elementos paramilitares en lugares céntricos de La Habana, la normalidad imperó tanto en la capital como en el interior del país, donde las milicias rebeldes tomaron el control.

Para frustrar un contragolpe

El panorama capitalino fue descrito por la popular revista Bohemia de la siguiente forma: La ciudad se volcó a las calles, tanto tiempo ausente del calor popular; repicaron las campanas (de las iglesias) y de los balcones y ventanas colgaron banderas cubanas y la enseña rojo y negra del M-26-7 (la organización que dirigía Fidel Castro).

Milicianos fidelistas surgieron de todas partes, armados de pistolas, revólveres y escopetas de caza, un ejército civil se había adueñado de la calle, para frustrar toda posibilidad de un contragolpe y anular las posibilidades políticas de la traición de Eulogio Cantillo, comentó la Sección en Cuba, la más importante de la publicación.

Mientras esas acciones se desarrollaban en La Habana, Fidel Castro entraba en Santiago de Cuba y en su primer discurso, dijo: "la Revolución empieza ahora, no será una tarea fácil, será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo en esta etapa inicial".

Lo ocurrido en los últimos 56 años confirma la justeza de la advertencia del líder histórico de la Revolución cubana y ahora Raúl Castro reitera "la disposición al diálogo respetuoso y recíproco sobre las discrepancias…y aceptamos conversar, acerca de cualquier tema, de todo lo que quieran discutir, de aquí, pero también de los Estados Unidos".
(PL)