Por tradición familiar joven fémina santacruceña se convirtió en artesana popular

Barcos veleros  desafiando oleajes, rosas de extraordinaria belleza, una pareja de periquitos enamorados y otras no menos atractivas elaboraciones llaman la atención en el hogar de la familia Fernández La Fuente.

Los quehaceres bordados en punto de cruz entrelazando las  fibras de sacos de yute, colocados hace algún tiempo en marcos de madera, engalanan varias de las paredes de la casona situada en la calle E entre Carretera y calle Oriente de la localidad.

“Esos trabajos fueron hechos por mi mamá Aleida La Fuente Fernández. Mi abuela Natividad Fernández Suárez (Bada) fue quien la enseñó. Cuando yo tenía siete años comencé a tejer pequeños tapetes siguiendo las orientaciones de mi abuelita”, comentó emocionada María Isabel Pino La Fuente (Marucha).

La joven dependienta de la tienda enclavada en las instalaciones del Servi  Cupet aprovecha en el hogar los minutos disponibles para realizar los tejidos a crochet.

“Tengo dos hijas, atenderlas como se debe requiere de tiempo. Por las noches adelanto todo cuanto puedo y entonces me siento a cumplir mis faenas de artesana popular”.

Alfombras, agarraderas de ollas, alfileteros, adornos para la cocina vestuarios, entre otras cosas, las confecciona empleando los hilos de estambre y algodón.

“También he hecho para regalar, refirió, brujitas montadas en sus escobas. Utilizo la bolita plástica de los desodorantes para hacerles la cabeza, recreándola de la manera más atractiva y les pongo vestiditos elegantes para que tengan la apariencia de hechiceritas buenas”.

Por tradición familiar María Isabel se ha convertido en una artesana popular. Su fuerza de crear se la transmite a sus hijas Elizabet y María Carla, para que la usanza hogareña se mantenga vital en las tradiciones de la comarca, a la que hace pocos días los habitantes le celebraron en Jornada de la Cultura el aniversario 148 de su  fundación como término municipal.

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