Maximiliano Cardero y su amena plática

Los 91 años no han podido restarle vigor al buen carácter de Maximiliano Cardero Vega. “Si llego a los 100 continuaré sintiéndome joven. Viejo es quien lo quiera ser“.

De Feliz, la madre, lleva en los genes  lo de ser conversador. “Papá  era un hombre callado, pero  trabajador hasta que se perdía el sol en el horizonte. A sus quince hijos los supieron educar entre la pobreza y la necesidad sin perder la honradez. Soy el mayor de los siete varones y mírame aquí todavía riéndole a la vida. Me gusta estar alegre porque la persona triste no llega a ningún lado“, comentó satisfecho.

Aprendió a narigonear bueyes antes de conocer el disfrute de los juegos. “Las diversiones las conocimos mis hermanos y yo cuando fuimos mayores. En la casa nadie usaba zapatos, sólo alpargatas. A los 14 años todavía no usaba un buen calzado. El dinero que ganaba era para dárselo al viejo. A mis pies no le entraban ni las espinas del marabú“.

Su hermana Pilar nació en aquel entonces, el siete de septiembre, en la misma fecha del cumpleaños del dictador Fulgencio Batista. “Fue el presidente de Cuba
hasta que llegó Fidel. Batista no quería al pueblo. Pilarcita se había ganado la canastilla, hasta una cuna por haber llegado al mundo ese día. Yo nunca había visto una cuna. Todos dormíamos en
hamacas.

Papá y mamá discutieron. No tenían dinero ni ropa adecuada para ir de La Marea de Belíc a la tienda El Encanto en Niquero a comprar la canastilla. El  regalo de Batista quedó para otro recién nacido con mejor suerte“.

Pablo, también Ramón, dos de los hermanos del testimoniante, siendo muchachos, debido a la falta de nutrientes en la mesa buscaban alternativa para nada deliciosa. “Comían tierra. El viejo los castigó, obligándolos a mantenerse durante el día encima del techo de una barbacoa. Pablito y Mongo, como le decíamos a Ramón,  me pedían les tirara turrones de tierra para juguetear… Se los comían gustosamente.

La vieja los llevó al médico. El doctor Miguel Ángel de la Guardia, el único que había en Niquero,  antes de recetarle el medicamento, le preguntó si tenía cédula. Al ser  beneficiado le dio a mamá sin cobrarle un centavo un pomo de la medicina para curar a sus hijos enfermos. Miguel garantizaba un asiento en el Partido Liberal. Así era la política en aquella época“, evocó el carismático platicador.