Las siamesas de Zanjanal

Pinar del Río, Cuba, 8 nov.- Tienen poco más de un mes de nacidas, y son la atracción de la comunidad Antonio Briones Montoto, en la occidental provincia cubana de Pinar del Río. Dicen que jamás en la zona se había visto algo así: dos jicoteas siamesas, compartiendo un mismo carapacho.

Osvaldo López Romero recuerda que estaba sacando lombrices junto a su hijo Osmany para ir de pesca, cuando las encontraron en la orilla de la micropresa Zanjanal.

“Al principio pensé que era una jicoteíta normal, pero cuando la miramos bien, nos asombramos al ver las dos cabecitas. Le dije a mi hijo que allí seguro había más huevos pero si seguíamos escarbando, íbamos a echar a perder el nido. Así que nos fuimos para otra parte a terminar de sacar las lombrices”, rememora Osvaldo.

“Cuando llegamos a la casa, las lavé bien, las eché en un pozuelo con agua. Al principio pensé que no se salvarían, porque al parecer, todavía no estaban en tiempo de eclosionar. En la parte de abajo del carapacho tenían una mancha amarilla que parecía la conexión con el huevo.

“Sin embargo, al día siguiente empezaron a comer pedacitos de lombrices, de pan, de pescado, de pollo, y ahora son una fiera”, asegura este estomatólogo de Briones Montoto aficionado a la pesca.

La noticia de las tortugas siamesas enseguida se extendió por la comunidad. “Todos los días venían personas. El pueblo entero ha pasado por aquí para verlas, y tirarles fotos”, recuerda Osmany.

El curioso reptil posee dos cabezas, cuatro patas delanteras, dos traseras y dos colas, dentro de lo que parecen dos carapachos fundidos por la parte de atrás. Osvaldo considera que aunque comparten porciones de un mismo cuerpo, son organismos distintos, que se alimentan y defecan por separado.

“Yo le he preguntado a los pescadores más viejos, y me han dicho que nunca habían visto esto”, dice; y en efecto, se trata de un fenómeno poco común, sobre todo porque los ejemplares con esas características no suelen sobrevivir en su hábitat natural.

No obstante, no es la primera vez que dos jicoteas siamesas se logran con la ayuda del hombre. En junio del 2009, por ejemplo, la emisora Radio Rebelde, en su versión digital, reportaba un caso similar en Sancti Spíritus, que ya tenía tres años de edad, y al igual que las pinareñas, estaban al cuidado de una familia que decidió acogerlas.

Aun cuando este tipo de fenómeno se ha dado con anterioridad, Ihosvany García Veloz, médico veterinario de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, afirma que constituye una rareza.

“Muchas veces los huevos con dos embriones ni siquiera llegan a eclosionar, y cuando lo hacen, la probabilidad de supervivencia es casi nula, porque existe la competencia entre ambos individuos y se les hace difícil alcanzar el alimento, nadar, o trasladarse por tierra”.

En las pocas semanas que lleva con ellas, Osvaldo y Osmany confiesan que, además de sorprenderse, varias personas se les han acercado con la intención de adquirir la extraña mascota.

Al padre han llegado a proponerle 20 CUC, y a Osmany, sus compañeros de clase en el preuniversitario Antonio Guiteras, también le han hecho múltiples ofertas.

“Un muchacho me dijo que me las cambiaba por un cocodrilo, otro, por un reloj y hasta me han dicho que les ponga precio; pero qué va, yo no las vendo”, dice.

Osvaldo opina lo mismo. “Uno las ve tan chiquiticas, tan indefensas, y les ha ido tomando cariño. Quizá, cuando crezcan un poco más, que veamos que ya no corren peligro, decidamos donarlas a un acuario o alguna institución que se dedique al cuidado de estos animales. Pero para nosotros, no tienen precio”. (Texto y fotos: Ronald Suárez Rivas/ www.granma.cu)