Al sur

La Finca Job se ha ido convirtiendo en lo que desea matrimonio santacruceño (+ FOTOS)

Santa Cruz del Sur, 6 jun- El saludo a sombrero quitado se engrandeció con la mano derecha extendida del usufructuario, que al estrechar la del reportero, le dio consentimiento sincero para el acceso a la finca Job cercana a la costa del municipio Santa Cruz del Sur, sitio donde mosquitos ni jejenes, tampoco el propio marabú, al que hubo de darle ése gentil hombre bastante mocha apoyándose en su esposa, han imposibilitado el idéntico objetivo de ambos.

“Esto estaba bastante enmarañado. Para poder levantar un rancho para el cual nos mudamos inicialmente hace cinco años, vimos sangrar muchas veces nuestras manos, sentimos el peso de los obstáculos naturales… Si hubiéramos desistido entonces esos que nos tildaban de chiflados, criticándonos en demasía, nos hubieran catalogado luego de cobardes.

No desistimos, ya puede ver el resultado; las espinas, mucho menos las fatigas nos pudieron ablandar los ánimos”.

Jorge Luís Calaña Guerra le coloca una sonrisa a cada oración. “Lo que acabo de relatarle pudiera mucha gente, incluso usted, no creerlo, pero así nos esperó esta caballería de tierra, recibida del Estado cubano por el Decreto-Ley 259”.

“Yo le digo a él que si algo no puede perder el ser humano es el optimismo, la fe, el buen carácter ni el deseo de reír”, destaca Idalys Hernández Domínguez, la esposa del productor.

“Cuando recordamos aquellos primeros tiempos, sostiene, llegamos a la conclusión que el marabú afianzó el amor en nuestro matrimonio. Al derribarle los duros troncos le quitábamos sus flores, regalándonoslas mutuamente. Esa planta es una plaga mala pero proporciona ese encanto colorido a los enamorados de la tierra”.

En todo este periodo han cumplido los planes lecheros a la industria, sobrepasando, luego del primer año, los 5 mil litros. Las ajustadas prácticas en el pastoreo, además de las efectivas atenciones a cada res, sobre todo a las hembras gestadas, beneficia el llenado de los cubos en cada ordeño, pues en lo individual le son extraídos entre seis y siete litros del valioso alimento.

Basto es el pasto: yerba fina y guinea se esparcen en gran parte del área disponible. Chivos, equinos vacunos y conejos tienen la comida necesaria para saciar el apetito.

“Hace poco mi esposa y yo decidimos dejar de proporcionar leche y comenzar a producir queso, los jefes de la Empresa municipal de Productos Lácteos estuvieron de acuerdo. Ya habíamos acopiado, hasta el cierre de mayo una cantidad superior a los mil litros. Esperamos nos vaya bien en la nueva empresa”.

Nuevos convenios productivos a consumar están acoplados al nítido enamoramiento de esta pareja santacruceña alabada por el aire costero. La finca Job, nombrada así por Jorge Luís e Idalys tiene mucho más que un nombre bíblico: su continuo progreso materializado en sonrisas y trabajo.