Al sur

[:es]Honran a patriotas santacruceños en zona de Flor de Mayo +Fotos[:]

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Santa Cruz del Sur, 22 jul.- El mambí descansa en el sencillo osario. Se despidió con tristeza de la cabalgadura cuando terminó la guerra, sin haberse cumplido los verdaderos propósitos. La historia sabe de su congoja al conocer la caída en combate en Jimaguayú de El Mayor Ignacio Agramonte. Una  extraviada bala española lo dejaba sin respiro.

Aniceto Recio Pedroso, uno se sus leales subordinados se estrujaba el pecho, rompía en llanto callado, aferrado al machete independentista.

Hacia la sepultura del insigne patriota que se alza hacia la luz en el cementerio de Guaicanamar, en la comunidad Flor de Mayo, fueron miembros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), de esta localidad a rendirle el glorioso tributo en el aniversario 67 de su fallecimiento, este 20 de julio.

El patriota insigne de los santacruceños fue uno de los 35 jinetes que participó en el rescate del Brigadier Julio Sanguily, apresado por tropas españolas.

Bajo la tierra generosa duermen los restos del Comandante del Ejército Libertador (EL),  campesino negro que conoció los desmanes de la metrópoli. Muy joven, exactamente a los 21 años se incorporó a la manigua redentora, formando parte del tercer cuerpo de la mambisada, se alineó primero en la infantería y después en la caballería, donde fue testigo de la acertada dirección de Agramonte.

Aniceto resultó elegido para ser parte de la escolta personal de El Mayor camagüeyano, responsabilidad ganada por su modestia, disciplina y alta dosis de valentía, virtudes demostradas también en varios combates, las que se mantuvieron bajo el mando del Generalísimo Máximo Gómez, al orientársele dirigir a éste las huestes en esos predios.

En otro sepulcro de la misma necrópolis, la añeja lápida identifica que allí yace el Teniente Coronel del EL Emiliano González Vizcaíno, quien dejó de existir el 18 de enero de 1949. El silencio de los visitantes volvió a convertirse en expresión de respeto hacia el indómito insurrecto.

A cinco kilómetros de allí, en Jagua Uno, reside una mujer marcada por las arrugas de los quehaceres revolucionarios y familiares. Dos instantáneas en blanco y negro cargadas de tiempo no le han borrado la juventud de entonces. Su historia  personal hasta el propio instante de la fortuita entrevista,  era desconocida por el  reportero.

Lo que les dolía a los guajiros, Elda Juliana Melián Morales, hija de campesinos, lo padecía de la misma manera. “El abandono, el desamparo, la miseria… Así nacíamos bajo esas situaciones los hijos de los que sólo tenían pobreza en abundancia”.

Esas aciagas situaciones fueron cambiando la dormida mentalidad patriótica a muchas de esas humildes estirpes en la zona de Las Carolinas, donde la fémina vivía con sus padres y dos hermanos: “Una hembra mayor que yo y un varón menor”.

Felipe Guerra, comentó, vivía en la finca Timbalito. Estaba metido en esas cosas del Movimiento 26 de Julio (M-26-7). “Papá se relacionaba mucho con él. Como a mí me gustaba coser, Felipe le pidió que me preguntara si estaba de acuerdo a hacer la bandera de esa ideología revolucionaria. Cuando el viejo me planteó el asunto mis ojos le dieron la respuesta”.

La Melián entregó el blasón rojo y negro más rápido de lo que se esperaba. “Estuve dos días fajada en la máquina de coser. Hasta una foto me tomaron realizando la tarea.

 Fue la primera bandera de ese tipo que ondeó en lo alto de la única palma que estaba a la orilla del puente de Jobabo, en Jagua Tres. ¿Quién puso la bandera?, no se le puedo decir porque no lo sé, pero si se formó el revuelo esperado. A la guardia rural le molestó mucho esa acción”.

Desde el aparato de un solo pedal confeccionó muchos brazaletes del M-26-7. “Además vendía bonos del Movimiento a mis tíos. Nunca tuve miedo. Tenía 17 “primaveras”, pero atrevida sí era. Los guajiros deseábamos que cambiaran las cosas. Fidel guió esa transformación a través de la lucha armada. Nuestro Comandante en Jefe le dio al pueblo la libertad. El pueblo la sigue defendiendo”.

Elda Juliana mantiene dinámica laboriosidad en las filas de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Por más de tres décadas fue la secretaria del bloque de la organización, de Jagua 1. “He quedado encargada de guiar a la nueva membresía, Hay muchas jóvenes bien preparadas. No hace falta preocuparse por el relevo. Seguro está”.

 

 

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