Fármacos para diabetes tipo II mediante bacterias intestinales

Londres, 23 abr.-A través de las bacterias intestinales beneficiosas para la salud, un equipo internacional de científicos demostró la posibilidad de diseñar medicamentos para tratar enfermedades como la diabetes tipo II, publica la revista Nature Chemical Biology.

 

Las bacterias intestinales producen compuestos llamados ácidos grasos de cadena corta, por la fermentación de almidones en alimentos como la avena y las legumbres. Uno de ellos es el ácido acético, el componente principal del vinagre.

Una vez producidos, activan un receptor específico de las proteínas en el cuerpo, que puede proporcionar beneficios para la salud.

El reciente estudio, liderado por investigadores de la británica Universidad de Glasgow, indagó si una de estas proteínas receptoras, llamada receptor dos de ácidos grasos libres de cadena corta (FFA2, por sus siglas en inglés), genera respuestas en el organismo que sustentan los beneficios para la salud de las bacterias intestinales, al ser activada selectivamente por los medicamentos.

A través de un ingenioso truco genético se determinó que los niveles de glucosa en sangre y grasa en el cuerpo pueden ser controlados por las bacterias intestinales, lo que se hace a través de una proteína receptora específica, explica Andrew Tobin, uno de los autores del trabajo.

A su juicio, los beneficios positivos para la salud de las bacterias intestinales pueden ser imitados por los medicamentos que activan esta proteína receptora.

Al generar un ratón genéticamente alterado que contiene una forma de FFA2, activada solo por un fármaco, los especialistas encontraron que el FFA2 puede controlar la velocidad de los alimentos que se mueven a través del intestino, así como la liberación de hormonas que controlan los niveles de glucosa.

Los científicos consideran que el FFA2, activado normalmente por el ácido acético generado por las bacterias intestinales, no solo puede controlar estos procesos para la salud y bienestar, sino que también podría ser el objetivo de nuevos fármacos en enfermedades en las que nuestra respuesta a la ingesta de alimentos es disfuncional, como en la diabetes tipo II. (Prensa Latina)