Al sur

Fantasías de una niña que en Santa Cruz del Sur sueña un mundo mejor

Santa Cruz del Sur, 27 mar .- La conozco como a tantas otras de su edad, sin embargo, en ella sucede algo exclusivo propio de la personalidad que va formando. Posee confianza en el lenguaje, fantasías retozonas en los ojos y en la mente henchido encanto, “porque puedo sonreírle con picardía suficiente a la imaginación”.

Es algo pequeña de estatura, pero Lisandra Lorena cursa el sexto grado en la escuela primaria “José Martí” de Santa Cruz del Sur. Auque es un poquitín más alta que Meñique, uno de los personajes más famosos de La Edad de Oro, lo formidable radica en la expresividad de los sentimientos, los valores humanos y las virtudes, que la adornan y ella lleva con sencillez.

Tal vez por esas razones a una musa, venida de algún lugar del litoral costero, en forma de caracola, le encantan las quimeras de la pequeña y anima sus ideas, las nutre con el fertilizante de la genialidad. “Mis cuentos revelan mis secretos, sueños y esperanzas”, confirmó resuelta.

Durante el preescolar, cuando aún no sabía leer ni escribir, fue captada por el instructor de arte Michel Rodríguez Rosabal, para integrar el grupo de teatro Abracadabra de ese plantel. Mantenerme en ese movimiento de aficionados me ha ayudado mucho a ser mejor alumna, pionera y creadora”.

Fuentes Rodríguez son los apellidos de la sutil narradora. “Si usted no los da a conocer cuando nombraron a los ganadores en el taller literario, yo hubiera quedado en el a-no-ni-ma-to, esa es la palabra. Aunque sé por mi mamá que los reporteros no dejan nada por decir, si es de interés”.

Lisandra Lorena forma parte, además, del taller literario infantil “Dora Alonso” de la Casa de Cultura local, área a la que ha entregado varios de sus cuentos.

En el interior de una libreta, llena de pintados corazones, tiene escritos La Vergüenza; Historia de un sueño; Un baile imposible; Fruto del amor, entre otros.

Recientemente en el encuentro municipal de literatura presentó a Blecxa, la juticodri. “Se lo contaré si no tiene prisa dijo comedida. “La prisa no es elegancia, le contesté, agregándole: “Adelante, para mí es un honor escucharla”.

Nació de un huevo una pequeña juticodri. Se llamaba Blecxa; estaba contenta hasta el día que se dio cuenta de algo que ningún animal había notado: Soy una liga de jutía conga con cocodrilo americano. Luego se preguntó atormentada: ¿Por qué el perrifante no es perro ni elefante? ¿El cotopez es cotorra o pez?

Se sentó sobre una roca, pensó, pensó y pensó… Decidió dar un largo viaje, quería recorrer el mundo.

Pasaron varios años; al regresar Blecxa a casa observó que el medio ambiente, del cual se había ausentado, estaba libre de suciedades. Convocó a todos los animales a reunirse; dialogaron hasta el oscurecer sobre varios temas.

Aprovechó, después, para felicitarlos por el trabajo que todavía venían realizando, por ejemplo: Los leomonos y los perrifantes le quitaron el polvo y las enredaderas a los árboles, del profundo lago se ocuparon los tortupájaros. Las labores se compartieron; no quedó nadie sin realizar quehaceres.

Quedó el mundo bien higienizado, eso favoreció la desaparición de las mutaciones. El perro volvió a ser perro, igual sucedió con el gato, el pez y el resto de sus amigos. Blecxa no cambió, fue siempre juticodri, la que todavía vive como su historia.

Pero si usted ve una jutía con cola y piel de cocodrilo, tengan la plena seguridad… fue la que cambió el futuro.

Le aplaudí el cuento a la vez que la felicitaba. Ella hizo la reverencia propia de los artistas, señalando al unísono: “Pido permiso para volver a casa; la musa caracola desea conversar a solas conmigo”.