[:es]Una iglesia en el cielo de Etiopía[:]

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Situada en lo alto de un monte de laderas verticales en el norteño estado etíope de Tigray, Abuna Yemata Guh, conocida como la iglesia en el cielo, es uno de los lugares de culto más inaccesibles del orbe.

El recinto, hoy sometido a reparación, constituye una de las principales atracciones para los visitantes extranjeros en esta nación del denominado Cuerno africano, que rondan los 800 mil por año.

Así, el Ministerio de Turismo planea acelerar el proceso que garantizará una mejor conservación del lugar, aunque sin violar ninguno de los pasos clave, que permitirán tal vez mantenerlo en pie por unos cuantos siglos más.

Para poder recorrerla es necesario sortear un largo camino de cornisas pedregosas, cruzar un puente desvencijado y finalmente escalar seis metros de pared de piedra sin cuerdas ni arneses.

Sin embargo, según los testimonios, hay personas que están dispuestas a correr ese riesgo.

Hay padres que llevan a sus niños recién nacidos para ser bautizados e incluso gente que carga con los cuerpos de sus familiares fallecidos para enterrarlos en la montaña, detalló Solomon Tadesse, consejero delegado de la Organización de Turismo Etíope.

Se dice que en el siglo V el clérigo egipcio Yemata caminó hasta Etiopía, superó las cumbres y excavó él mismo en la roca para construir la iglesia.

Los motivos por los cuales lo hizo no están claros: hay teorías que sugieren que simplemente quería orar a solas cerca de las nubes, mientras otros dicen que quizá buscaba un paraje apartado para evitar a los saqueadores.

Más de 15 centurias han pasado, pero Abuna Yemata Guh es visitada por miles de devotos y, según el sacerdote actual, Kes Haile Silassie, nunca nadie ha sufrido un accidente grave.

Oliver Smith, reportero de Lonely Planet, relató su experiencia de escalamiento al diario The Ethiopian Herald: “Empiezo mi camino hacia Yemata Guh, y las vistas de los vastos paisajes del Antiguo Testamento se despliegan en el horizonte. Las sombras de las nubes se desplazan a lo largo de las tierras de labranza y los pastores conducen a sus rebaños sobre el suelo pedregoso”, señaló.

La descarga de adrenalina durante la escalada, comentó, hace que poner el pie en la iglesia sea un momento mucho más sublime, con el pulso disminuyendo y los ojos ajustándose a la oscuridad mientras ángeles y arcángeles emergen de las paredes.

Es un lugar de extrema tranquilidad y santidad, coinciden los que allí llegan. Lo es, pero con una pequeña consideración: caminar tres pasos más allá de la puerta de madera significa una muerte segura.

La afluencia de curiosos ocasionó deterioros en el recinto, subrayó el director de la Autoridad para la Conservación del Patrimonio Cultural, Haile Zeleke, aunque en su opinión no es nada grave, por lo que las obras de reparación no se extenderán tantos meses.

Tigray, la cuna del antiguo reino axumita, esconde más de 125 iglesias excavadas en la roca; entre tanta cantidad sería imposible elegir la más bella, pero los alegatos coinciden en que una de las más interesantes es Abuna Yemata Guh.

A pesar de que no lo parezca, la pasarela es suficientemente ancha para recorrerla sin peligro, aunque el vacío sea de 762 metros de altitud hasta la llanura.

Un hueco da paso a esta espectacular edificación, con un interior de pinturas murales de estilo bizantino: figuras toscas, de mucha intensidad expresiva, que chocan con las típicas representaciones religiosas occidentales. (Texto y fotos: PL)

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