[:es]Exhiben en Cuba rostros del retrato británico del siglo XVIII[:]

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La Habana, 16 feb.- Una nueva exposición del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba validará el aporte más importante de la Escuela de Pintura Británica a la historia: el retrato.

En Inglaterra, la tradición del retrato se estableció a finales del XVII, pero en el siglo XVIII alcanzó su más alto nivel.

La revolución industrial inglesa de la segunda mitad modificó los equilibrios sociales y abrió una nueva relación entre las clases burguesas y la cultura.

Reservado hasta aquel momento para la aristocracia y el clero, el retrato llegó al alcance de la clase media para transformar las exageradas poses en una imagen más apegada a la realidad.

Según explicó a Prensa Latina el curador Carlos Vicente Fernández, los artistas británicos de aquel periodo, una vez consolidada la Escuela Nacional De Pintura, supieron otorgarle al género del retrato ciertos códigos formales y conceptuales.

‘Por tal manera, sin alejarse demasiado de la manera de pintar propia del siglo XVIII en el resto del continente europeo, sí lograron que la manera inglesa se diferenciara fundamentalmente’, destacó Fernández.

El jefe de la colección de arte británico y estadounidense aseveró que el retrato históricamente está considerado un género de élites, pues el individuo desea perpetuarse de alguna manera mientras muestra su estatus social.

‘Los códigos pictóricos mencionados introducidos por los artistas británicos otorgaban al retratado un aspecto y un entorno muy propicio para resaltar conceptos visuales como la elegancia y la posición social, en entornos refinados o alegóricos sin caer en lo cursi’, expresó.

Asimismo, aseguró que todas esas nuevas condiciones fueron muy bien acogidas por los pintores contemporáneos y sobre todo, del siglo XIX.

En este contexto, la exposición El retrato británico: el cambio del rostro en el siglo XVIII, recoge 18 obras de artistas como Thomas Gainsborough, Josua Reynolds, George Romney y Godfrey Kneller, entre otros.

Fernández nos explicó que el proceso de selección de la muestra se basó en la cronología de las piezas, la importancia de los autores y la calidad estética.

La mayoría de los cuadros seleccionados fueron realizados en la técnica de óleo sobre tela, aunque también se incluye la modalidad del retrato llevado a otras técnicas muy demandas en el período, como el grabado y el pastel.

Con la colección, la sala temporal del cuarto nivel del edificio de Arte Universal ofrece al público la oportunidad de disfrutar retratos que antes no pudieron exhibirse por razones de espacio en las salas permanentes.

El especialista subrayó que el proceso de restauración incluyó quitar barnices oxidados por el tiempo, repintes y otras técnicas propias de esa especialidad. Esa difícil etapa fue apoyada por los expertos del Departamento de Restauración del Museo Nacional de Bellas Artes.

‘Mi intención con esta muestra es poder mostrar didácticamente, la aparición de la forma británica de retratar a los individuos durante el siglo XVIII’, agregó.

Para entender la exposición, abierta al público hasta el 30 de abril, es necesario recordar dos etapas fundamentales, señaló el curador.

‘Antes de la revolución, los coleccionistas privados preferían el arte de países como Francia, Italia o España’.

Otros ‘se sintieron particularmente atraídos por el arte inglés. A esos cultos coleccionistas son a quienes debemos el grueso de la colección de arte británico en nuestra institución, pues en una segunda etapa, luego de 1959, pasó a formar parte del patrimonio público de la nación’.

El rostro inglés: el cambio en el retrato del siglo XVIII pretende resaltar el desarrollo e importancia del retrato en Inglaterra durante los años 1700.

Por tal motivo, recoge piezas creadas por los más destacados retratistas de la época y que los convirtieron en referentes.

En la era del ‘selfie’, este tipo de rescates a la época dorada del retrato, nos muestra la importancia de respetar el pasado para construir el buen arte en su dimensión universal. (PL)

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