[:es]Evocan en Santa Cruz del Sur vida de combatiente rebelde[:]

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Santa Cruz del Sur, 15 sep.- Ya se conocían. Habían hablado cosas de enamorados. Al triunfar la Revolución, enseguida le hizo saber a la muchacha de 28 años que ni las balas enemigas pudieron “aniquilarle” el amor por ella.

José López Roca poco pudo estudiar en la enseñanza primaria. Era uno de los hijos mayores, de los once procreados por Celestino y Obdulia. La deplorable vida de esta humilde familia forzó a la prole a trabajar desde la niñez para poder llevar el bocado de comida a la larga mesa.

Mientras a personas como ellos los males arraigados en el otrora sistema explotador le “secaban” las aspiraciones, a la minoría pudiente se le sobraba el dinero.

Decidió el protagonista de esta historia, nacido en la finca La Cubana, propiedad de un terrateniente que estuvo ubicada en los predios de esta localidad, ejecutar acciones clandestinas de sabotaje por su cuenta y riesgo. Le dio candela a cañaverales, también compró bonos del 26 para ayudar al encubierto Movimiento revolucionario.

Acompañado de su amigo Hermógenes Moreno salió en medio de la madrugada de Pino uno, comunidad cercana al antiguo batey Macareño (hoy poblado Haití). El acompañante conocía los verdaderos propósitos de López Roca. Podía morir en el intento, pensaba, pero buscaría la manera de subir hasta la Sierra Maestra e incorporarse al Ejército Rebelde, sin cometer errores.

En El Purial, zona intrincada del lomerío oriental, estuvo 15 días, hasta que Moreno logró incorporarlo a un grupo de escopeteros al mando de Polo Garcés. Luego junto a otros camaradas estuvo apoyando a la compañera Celia Sánchez Manduley en el envío de víveres para la Comandancia donde se encontraba Fidel.

Al integrarse José al pelotón del Capitán Antonio Sánchez (Pinares), fuerza que formaba parte de la Columna uno José Martí, liderada por el Comandante en Jefe, comenzó a formarse otra similar, la número dos nombrada Antonio Maceo, al mando del Comandante Camilo Cienfuegos. La nueva alineación participaría en la invasión de Oriente a Occidente para reeditar combatiendo lo ejecutado por los mambises.

Hasta Yaguajay llegan los barbudos dirigidos por el Señor de la Vanguardia. Allí pusieron “patas arriba” la moral de los soldados de Fulgencio Batista acantonados en el cuartel. Se apoderan del recinto. Después recibe Camilo la orden de Fidel de continuar hasta el campamento de Columbia en La Habana porque el dictador había abandonado a toda carrera el puesto gubernamental para no enfrentarse a la justicia revolucionaria.

Ofelia Martín Agüero está próxima a cumplir los 88, sus palabras se cubren de suave melodía cuando habla del rebelde que fue su esposo. “El me hacía cartas extensas prometiéndome fidelidad. Nos casamos en el mes de diciembre de 1959. Tuvimos dos hijos. José sintió mucho la desaparición de Camilo. Tiempo después decidió licenciarse para realizar labores agrícolas. Ya jubilado se enfermó para morir¨.

La anciana se siente feliz con su nieta y dos bisnietos, pero el amor  del combatiente barbudo le queda “despierto” en el alma. “Fue el sol de mi vida”, afirmó con expresión emocionada.

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