Una nueva imagen para el puerto habanero

Quien se pasee hoy día por los alrededores del Centro Histórico de La Habana Vieja descubrirá de inmediato una intensa actividad renovadora en el litoral de la bahía citadina.

De tan importante gestión reconstructiva se han hecho eco medios escritos y digitales, los cuales no exageraron al describir la magnitud del empeño, que a los ojos de esta periodista avanzan sin dilación rescatando un área, que dará mayor brillo a la zona más añeja de la urbe, visitada por más del 90 por ciento de los viajeros que llegan al país.
   
Y es, precisamente la bahía, su rada, un eje significativo de esos dominios, pues en sus derredores nació la capital. Los afanes actuales se justifican por el futuro promisorio de ese puerto, afirmación que se apoya en los planes de las autoridades, sobre todo en los sueños y proyectos de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH), liderada por Eusebio Leal Spengler.
   
Un actual proyecto de remodelación contempla  la construcción de un paseo marítimo flotante de madera y de parques que se conectarán con mercados artesanales; así como el rescate de una antigua estructura para terminal de ferris. Tales aires renovadores constituyen una continuación de una reconstrucción que comenzó en la década de 1990 en la actual área declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
   
La Bahía de La Habana tendrá una nueva imagen cuando culmine la rehabilitación de esa zona otrora portuaria, industrial y contaminada. Ya no será el principal puerto del territorio nacional; pero en cambio se convertirá en un área atractiva y de gran desarrollo turístico, según las previsiones.
   
El plan, esperan fuentes oficiales, revitalizará la economía, cambiará la imagen de barriada deprimida y atraerá más turistas, mientras las actividades comerciales e industriales tradicionales se mudarán al nuevo Puerto del Mariel, 45 kilómetros al oeste.
   
Ahora, el proyecto se encuentra ejecutado en un 50 por ciento- deberá concluirse en un lustro- y se espera para las semanas venideras la inauguración, como parte de éste, de una cervecería artesanal en lo que fuera un galpón de depósito de tabaco.
   
El arquitecto Orlando Inclán, de la Dirección de Proyectos de Oficina del Historiador, la dependencia gubernamental que tiene a cargo la iniciativa, sueña con un espejo de agua recreativo repleto de gaviotas, pelícanos y veleros, con cubanos disfrutando del fresco salitroso al atardecer, niños jugando y turistas tomando una cerveza en espacios de sofisticado diseño.
   
Los deseos del experto empezaron a hacerse posibles luego de que en 2009 las autoridades reconocieron que la infraestructura de la Bahía de La Habana, en forma de bolsa con un pequeño canal de entrada poco profundo por debajo del cual pasa un túnel, no podría ser ampliada.
   
De acuerdo con indagaciones de colegas de la agencias Prensa Latina y AP, toda esta actividad posee el objetivo de transformar esos lares en un paseo de ciudad, con vista al mar, con espacios abiertos a la rada y espigones flotantes, al decir de la directora general de los Proyectos de Arquitectura y Urbanismo de la OHCH, Kenia Díaz.
   
También citaron a Arturo López-Levy, un economista cubano que se desempeña en la Universidad de Denver, quien calculó que un plan semejante podría superar los 100 millones de dólares, teniendo en cuenta la limpieza ambiental y el costo de trasladar la actividad industrial.
   
“El puerto de Mariel modernizado y el de La Habana, acondicionado para más viajes, sería un catalizador para acelerar las relaciones comerciales ya permitidas o por permitir en Washington”, agregó López-Levy, avizorando una invasión de estadounidenses si se les permitiera venir a la ínsula sin restricciones, lo cual sería únicamente viable  si dejará de existir el férreo bloqueo de EE.UU.
   
“La Habana está lista para un cambio sensible”, dijo asimismo el urbanista cubano Julio César Pérez, quien funge como profesor visitante en la Universidad de Harvard.
   
Cuando se habla de una isla grande en el Caribe y con sobradas bondades para el turismo, muchos pensarán de inmediato en Cuba, privada por la Casa Blanca de ser puerto seguro para los buques de recreo que pululan por las cercanías.
   
Por obra y gracia de leyes norteñas extraterritoriales, los cruceros que transitan por estos mares continúan mirando a la distancia a la “nación maldita” y sus itinerarios se vuelven una telaraña en torno al suelo antillano, cuyos puertos seguros…están prohibidos.
   
Específicamente, la Enmienda Torricelli (1992) prohíbe tocar radas en los dominios del Norte por un plazo de 180 días a las embarcaciones que lo hayan hecho antes acá.
   
Téngase en cuenta que fuentes oficiales calculan que por las vecinas aguas se mueven en 12 meses unos tres millones de cruceristas y que el 90 por ciento de esa industria naviera posee capitales, precisamente, de Norteamérica.
   
Según una declaración realizada por la Agencia de Viajes de América (ASTA) ante la Comisión de Comercio Internacional (ITC), de no existir la prohibición de viajes de ciudadanos norteamericanos a Cuba, en un corto plazo 1.3 millones de turistas de estancia y medio millón de cruceristas podrían visitarnos. Informes de otras investigaciones de mercado realizadas por empresas estadounidenses de turismo y otras vinculadas al sector del transporte aéreo, estiman que en unos pocos años, de eliminarse las trabas, la cifra de viajeros  procedente de La Unión con tal dirección superaría los cinco millones por año.
   
La infraestructura instalada en este destino caribeño dispone de  capacidad para recibir unas 600 escalas en tres puntos y un millón de pasajeros, han señalado autoridades del patio relacionadas con las terminales de la capital, Cienfuegos (al centro-sur) y Santiago de Cuba (en el oriente).
   
Empresarios consultados sobre esta variante recreativa de la industria sin chimeneas, coincidieron en reconocer que todo el mundo está interesado en venir a La Habana, pero ninguna (compañía) puede porque los penalizan (en Estados Unidos). Las leyes son implacables…, se lamentaron.
   
En tanto, las obras avanzan y son ostensibles a simple vista en la bahía habanera, para cuyo puerto se vislumbra un promisorio futuro turístico.(AIN)