Cuba promueve proyecto de manejo de especies invasoras

La Habana, 31 jul . – Cuba trabaja en un proyecto de control y manejo de especies exóticas invasoras en zonas vulnerables, labor que contribuye al cuidado del medio ambiente y al equilibrio de los ecosistemas.

Dalia Salabarría Fernández, especialista del Centro de Gestión, Información y Educación Ambiental del CITMA, explicó a la AIN que el objetivo no es erradicar todas las poblaciones invasoras, sino controlarlas mediante acciones de capacitación e investigación dirigidas a campesinos y empresas productoras.
   
Salabarría Fernández dijo que la falta de conocimientos y el uso de tecnologías obsoletas son de las principales causas de este fenómeno, el cual provoca daños en ecosistemas naturales y agros productivos.
   
Indicó que se trabaja en zonas consideradas áreas protegidas, como el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, Topes de Collantes y la Sierra del Rosario, además de los dos humedales más importantes de la Isla, la Cienaga de Zapata y el Delta del Cauto.  
   
En esos sitos seleccionaron 26 especies de animales y vegetales, con impacto  significativo en ecosistemas naturales, agrícolas, productivos, forestales y ganaderos.
   
Entre ellas se encuentran el marabú, la claria, el pez león, la pomarrosa, y las ratas parda y gris, para los cuales ya se cuenta con una propuesta de manejo y control.
   
Unas 35 instituciones cubanas participan en el  proyecto,  entre las cuales destacan el Cuerpo de Guardabosques, la Oficina Nacional de Inspección Pesquera, el Centro Nacional de Seguridad Biológica y el Instituto de Medicina Veterinaria.
   
La literatura especializada indica que las especies invasoras son animales, plantas u otros organismos transportados e introducidos por el ser humano en lugares fuera de su área de distribución natural, y que han conseguido establecerse y dispersarse en la nueva región, donde resultan dañinos.
   
Tienen un impacto directo sobre la diversidad biológica, en particular afectan la flora endémica y los ecosistemas frágiles, modifican el paisaje e inciden en la calidad del suelo, el agua y las playas.
   
También perjudican los rendimientos agrícolas, forestales y agropecuarios, y el funcionamiento de presas, canales, y lagunas de oxidación.(AIN)