Cultura

Cuba y el impacto social de su Feria del Libro

Cuba y el impacto social de su Feria del LibroLa Habana, 10 feb .- Cuba ya saborea hoy su Feria Internacional del Libro, fiesta anual que trasciende lo comercial para consolidarse como un verdadero fenómeno social.

Dedicado este año a Chile y a los escritores cubanos Fina García Marruz y Jorge Ibarra, la Feria llega tras varias semanas de amplia promoción mediática y 11 meses de expectativa popular.

Cada febrero, muchos cubanos reservan sus ahorros para surtir sus bibliotecas privadas con lo último de sus autores favoritos o algún clásico añorado, encontrado y conseguido tras filas kilométricas.

Lo mismo densos ensayos que entretenidos "best-sellers" tienen un espacio en San Carlos de la Cabaña, fortaleza colonial convertida en bazar literario por obra y gracia de un evento que abarca toda Cuba.

Sin embargo, ya la vasta fortificación habanera le queda pequeña a la Feria, obligada a repartirse en múltiples sub-sedes tanto en esta capital como en el resto del país.

Y si amplia es la gama de géneros y ofertas literarias en esta cita, variopinta y pintoresca es también su fauna habitual.

Por ejemplo, existen rigurosos rastreadores que necesitan varios días para escanear todos los pabellones, revisar cada estante y evitar así que alguna joyita escape a su cosecha de tomos.

De hecho, abundan los estudiantes que se ofrecen para trabajar como voluntarios en cualquier stand que les garantice entrada y movimiento libre por cada resquicio del recinto.

Tampoco faltan ciertos coleccionistas compulsivos que llegan con los bolsillos llenos y las manos vacías, y se van sin un centavo pero con bolsas rebosantes de libros que a veces ni siquiera leen.

Además viene el padre agobiado por reclamos infantiles, el "snob" que desdeña el libro más elogiado, o la familia que resuelve aquí su salida dominical, picnic incluido con vista a la rada habanera.

Por sus características, este acontecimiento recuerda el revuelo social que también generan en Cuba los festivales del nuevo cine latinoamericano y de ballet.

Y como los cinéfilos y los balletómanos, los incondicionales de esta Feria tampoco se limitan al mero hecho cultural, y buscan en ella algo más que novedades editoriales, autógrafos o conciertos.

Suele ser este un concurrido espacio de interacción social, amen de un insoslayable éxito comercial, garantizado por un pueblo instruido y amante de la buena lectura.

Ello obedece a una Revolución que al triunfar alfabetizó al país y promovió luego la lectura de los clásicos con la precursora edición del Quijote por la naciente Imprenta Nacional.

Casi medio siglo después, aún nacen aquí campañas con nombres tan sugerentes como "Leyendo Espero", para amenizar –o soportar- ciertas diligencias que se antojan eternas.

Además, el reconocido efecto antiestrés de la lectura permite lo mismo enajenarse de la realidad que implicarse a fondo en ella, y por ende serle más útil a la sociedad.

Al menos eso pretende esta Feria: propiciar la lectura necesaria para formar mejores seres humanos, aunque a veces las pugnas para comprar libros sugieran lo contrario…(PL)