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Asamblea de Jimaguayú y la aprobación de la Constitución de la República en Armas

Salvador Cisneros Betancourt presidió la Asamblea y fue electo Presidente de la República en Armas.El asentamiento poblacional donde cayó en combate el hijo más ilustre del Camagüey, el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, fue testigo -22 años después- de otro suceso trascendental en la historia de las luchas de los cubanos, en el siglo XIX: la Asamblea de Jimaguayú, instalada allí el 13 de septiembre de 1895.

Desde siete meses atrás estaba en marcha la Guerra Necesaria, como la denominó José Martí, y ya se hacía ineludible unificar las fuerzas revolucionarias bajo la dirección de un gobierno que ordenara legalmente al país.

Se imponía como tarea inmediata la creación del Estado Nacional en la manigua, para lo cual fue convocada la Asamblea Constituyente que, desde su escenario geográfico rindió homenaje al Bayardo del Camagüey.

Los delegados que representaron en Jimaguayú cada uno de los cuatro ejércitos en campaña contra los españoles, en territorios del centro y el oriente del país, diferían en cuanto a sus concepciones sobre la estructura que debía implantarse.

Finalmente la Constitución adoptada por los asambleístas creó como órgano supremo de la República en Armas un Consejo de Gobierno, compuesto por un presidente, Salvador Cisneros Betancourt; un vicepresidente, Bartolomé Masó; y cuatro secretarios de Estado para atender asuntos de Guerra, del Interior, de Relaciones Exteriores y de Hacienda.

Quedaba además ratificado como General en Jefe, Máximo Gómez, y como su Lugarteniente General, Antonio Maceo.

Aunque lo acordado fue independizar el poder civil del militar, con posterioridad se produjeron fricciones al intervenir el Consejo de Gobierno en las operaciones militares, lo que dificultó la ejecución de los planes del Ejército Libertador.

El mayor logro de aquel empeño fue establecer que, si en un período de dos años no estaba ganada la guerra, debía convocarse una nueva Asamblea que ratificara o modificara la Constitución de Jimaguayú, para evitar los escollos que la ausencia de tal precepto había provocado en la Revolución de 1868.

Aún con sus limitaciones, lo acordado en Jimaguayú representó un paso de avance en la estructura organizativa de la Revolución de 1895.

Nuevas leyes, nuevas realidades, nuevos desafíos se pondrían de manifiesto; y a encontrarles respuesta se consagraron los mambises. La creación del Estado Nacional imponía extender la guerra a occidente, misión que llevó adelante el Ejército Libertador con la aprobación del Consejo de Gobierno. Por Rosa María Moros Fernández/ Radio Cadena Agramonte.