Ciego de Ávila: TIERRA PRÓDIGA

Ciego de Ávila no tuvo el privilegio de contarse entre las primeras villas fundadas en Cuba, ni tampoco la naturaleza la dotó de muy significativos accidentes geográficos; sin embargo, todo parece haberse conjurado para preservarle un lugar prominente en la modernidad.

Fértil territorio predominantemente llano en sus más de seis mil 900 kilómetros cuadrados de superficie, cuenta en el subsuelo con grandes reservas de agua que favorecen el cultivo abundante de la caña de azúcar, las viandas, hortalizas y frutales.

Conocida antaño como “la tierra de la piña”, hoy su economía se diversifica con la proliferación de industrias de impacto nacional, como la de tubos de fibra de vidrio, cinco centros universitarios y varias instituciones de investigación científica.

Su ubicación estratégica en el centro de Cuba -a 450 kilómetros de La Habana-, le confiere un sello peculiar y la convierte en un puente obligado entre el oriente y el occidente.

Una extensa red de carreteras y vías férreas y la explotación de un aeropuerto internacional y dos puertos, facilitan el rápido acceso a la región, desde cualquier latitud y el intercambio comercial con otras partes del mundo.

Fundada en las postrimerías del siglo XIX, la capital de la provincia, denominada también Ciego de Ávila, se define como una ciudad relativamente joven, donde confluyen estilos constructivos, tradiciones y leyendas.

La sostenida presencia de amplios cobertizos corridos y las columnas neoclásicas, sustentan su denominación, cada vez más generalizada, como ciudad de los portales.

Tierra adentro, la región puede mostrar a los visitantes parte del patrimonio ferroviario local, en el que figuran locomotoras con más de 80 años de explotación, las cuales tienen un alto grado de sus componentes iniciales y todavía intervienen en la cosecha cañera de la Isla.

Igualmente atractivo resulta distinguir en el entorno restos de los fortines de la trocha de Júcaro a Morón, sistema defensivo construido en la segunda mitad del siglo XIX por el Ejército español, señal de la participación de esta zona en las dos guerras por la  independencia de Cuba.

Más hacia la costa, rumbo al norte, destacan la ciudad de Morón y el poblado holandés de Turiguanó, construido a comienzos de la década de los años 60, para dar asiento a una comunidad ganadera.

Sobre todo, gana protagonismo en las últimas dos décadas el destino turístico Jardines del Rey, referencia obligada al hablar de desarrollo y bellezas naturales y al cual se accede desde la Isla grande a través de una carretera de 32 kilómetros, 17 de estos sobre el mar.

Más de 30 kilómetros de playas vírgenes, atractivos fondos marinos y ecosistemas tropicales bien conservados, se adicionan a una cadena formada por más de 12 hoteles y villas con categoría cuatro y cinco estrellas, para complacer al vacacionista más exigente .

Sin embargo, el verdadero valor de estos paisajes es el que le confiere la impronta de sus más de 400 mil habitantes.

Con el trato afable, la productividad manifiesta en todas las esferas de su quehacer y tradiciones que hablan de la fusión de culturas entre inmigrantes y criollos, los avileños destacan en el contexto socioeconómico nacional.

Sus resultados integrales acaban de ser reconocidos con la designación de la provincia como sede del acto central nacional por el aniversario 58 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.(AIN)