Historias con final feliz gracias a guardianes de la salud cubana

El pequeño Carlitos y su hermano Daniel Alejandro, nos dijeron que sus mochilas están listas para empezar el curso escolar. Sus padres Arminda y Elio, los aman y los forman correctamenteUn ejército de guardianes en la Salud Pública cubana continúa incrementándose. Sus conocimientos enriquecen el alma, enaltecen sus acciones hacia los seres humanos. Todos agradecemos, aquí, y en cualquier lugar de este planeta donde se encuentran, por seguir aportando bienestar a la vida.

En cuanto comenzó a circular por el mundo el A (H1N1) las orientaciones a la población  se diseminaron por cada consultorio médico, las profilaxis en los barrios, los consejos a través de los medios de difusión masiva y las indicaciones oportunas en centros de trabajo, estudios y círculos infantiles. Hasta el más remoto rincón de nuestra patria se ha hecho llegar toda la información. Mantener la higiene personal y colectiva es tarea de primer orden.

Las enfermeras son celosas guardianes de todos los infantes matriculados en el círculo infantil Luis AldanaCiento 67 niños transitan por las distintas áreas, según su edad, en el círculo infantil Luis Aldana, de este territorio. Otros dos de su tipo existen en los poblados Haití y Cándido González. Donde educadoras, enfermeras y personal de servicio se ocupan y preocupan constantemente por la formación y protección de los infantes.

El cumplimiento de las medidas sanitarias, contribuye a evitar la influenza, reduciendo a un 45 por ciento la posibilidad de contagiarnos con enfermedades respiratorias.  Los descuidos son peligrosos.

“Hemos orientado que los pequeños no jueguen de manera colectiva, como lo hacían anteriormente, sino individual y chequeamos que el aseo de cada uno de ellos se haga como está establecido, además del fregado de los juguetes”, expone la joven Yunaisi Arias Pérez, directora de la institución educacional visitada.Yunaisi Arias Pérez, directora del círculo infantil Luis Aldana, expresa todo lo que se hace para proteger la salud de los niños y niñas que allí forman y educan

La también Master en Ciencias de la Educación, recordó como en los meses finales del pasado año, se les presentó un caso con uno de los niños del quinto año de vida. “Lo recibimos con un estado de ánimo positivo, participó en todos los procesos del día, pero cuando fue a incorporarse en la camita, tras cumplir el horario de sueño, tuvo fiebre y se llevó a la enfermería”.

Carlos Rafael Pausa Reyes sabe ponerse las medias y sus zapatos, en el hogar sus progenitores le han enseñado estas habilidades, y muchas más. La seño en el Luis Aldana ha contribuido a su formación, como lo hace con los demás, para que aprendan lo requerido en esta etapa.

Niurka Ramírez Carrero, notó el decaimiento de Carlitos Pausa Reyes, y lo llevó de inmediato a la enfermería. Sus 18 años de trabajo los ha dedicados a los que saben quererAlgo inusual llamó la atención a Niurka Ramírez Carrero, la educadora que en el pasado curso escolar 2009-2010 atendía el quinto año de vida, ahora responsabilizada con el segundo. “Nos percatamos que Carlitos no tenía deseos de ponerse los zapatos, actividad que ya había aprendido…era el único ese día que quedaba sin hacerlo en esa área”.

Luego de ayudarlo le notó enrojecimiento en los ojos. Sus 18 años de experiencia le indicaron “que lo mejor era llevarlo para la enfermería, a la media hora ya tenía fiebre, alcanzaba los 37 grados… al pasar unos 15 minutos el termómetro registraba 38”.

Todo fue muy rápido, el buen semblante del infante se había esfumado. La presencia en el centro de unos especialistas de Salud Pública, de Camagüey, fue oportuna, ellos, como en otros ocasiones, andaban buscando muestras. Le hicieron al paciente el examen  conveniente, incluía un exudado faríngeo, unas horas después daba positivo. Estaba contagiado con el A (H1N1).

La dirección del círculo infantil se comunicó con la progenitora de Pausa Reyes, mucho antes de ofrecerse por los galenos el diagnóstico final. Dados los síntomas, debía llevarse urgente para el hospital local.

“Tuvimos otro caso, que aún permanece en nuestro centro- manifiesta la Arias Pérez- el malestar lo reflejó en su casa. Cuando su mamá lo llevó a consulta el pediatra determinó la presencia de la influenza. Por suerte como todo el tratamiento se aplicó de inmediato, ambos niños están bien”.

Preocupación, atención y solidaridad mostró el colectivo del Luis Aldana. Durante el ingreso hospitalario no les faltó a los enfermos ni a sus familiares el amor y el deseo constante de la recuperación de ambos, que no demoró en llegar.

Hospitalización oportuna
 
Dos chicos sonríen felices junto a sus padres. Durante el verano se han divertido de lo lindo. Tuvieron una larga temporada por Holguín, donde viven sus abuelos maternos y otros parientes. Al retorno no han dejado de ir a la playa. Saben que el curso escolar está por comenzar, eso los emociona, por eso sus mochilas están listas, para el día seis salir hacia la escuela. Uno inicia su vida estudiantil, el otro comienza el sexto grado.

El A (H1N1) tocó de cerca al más pequeño, “ese soy yo, me llamo Carlitos, me sentí mal allá en el círculo, enseguida mandaron a buscar a mi mamá y cataplún! para el médico me llevaron… A ver, qué más… me tuvieron unos día ingresado, también  a mi hermano, nos dieron muchas medicinas… habían más niños, pero a todos nos cuidaron bien”.

 A Daniel Alejandro, a pesar de ser el mayor, no le dieron tiempo, es que ese pequeñín le gusta llevar la delantera en todo. “El es así, pero lo dejo, es menor que yo y hay que darle el chance. Todos pasamos un mal momento, pero como hay buenos médicos no nos pasó nada, aunque a mí le enfermedad no me dio, fue a mi hermanito”.

“Cuando recibí la noticia del estado febril de mi hijo menor, enseguida fui y lo recogí, su seño, las enfermeras y la directora me pusieron al tanto de todo. En ese momento estaba sola en la casa, mi esposo se encontraba pasando un curso militar”, refiere Arminda Reyes López.

Elio Pausa Bello, la mira muy atento, “Así mismo fue, pero en cuanto ella me dio la noticia me autorizaron y regresé para Santa Cruz del Sur, realmente llegué muy preocupado y fui directo para el hospital. Los pediatras aseguraron que todo estaba bajo control, que Carlitos sí tenía la influenza, pero Daniel Alejandro no, pero de todas formas debía estar ingresado y ambos recibirían igual tratamiento”.

Estos papás laboran en la ECOING Número 15. Ella es ingeniera civil y él técnico medio en esa especialidad, desde su empresa contribuyen a la recuperación del municipio. “Estamos muy contentos, afirma Arminda, la salud pública cubana es muy buena, sus técnicos y profesionales no pegan un ojo mientras haya un paciente que atender, una vida que salvar”.

Aleán y su mamá Adiannis le sonríen a la vida. Ella no olvida la dedicación que tuvo con su hijo el personal de la salud pública santacruceña al enfermar el niño con el A(H1N1)Aleán Piñón Martínez, lloriquea ante nuestra presencia, pero en cuanto conoce que le van a tomar una foto con su mami, cambia las lágrimas por alegría. Pide a la mamá que lo ponga bonito. Le limpian la carita, lo peinan suavemente y le llenan de besos entre su abuela y su mami.

“Yo estaba informada por la televisión y la radio de los síntomas de esa enfermedad. Le detecté fiebre en la casa, el niño tenía catarro y mucho decaimiento. En el hospital, cuando el pediatra lo reconoció, decidió hospitalizarlo por posible sospecha del A (H1N1), de inmediato sin recibir el resultado, comenzaron a darle las medicinas, aunque conocí que las pruebas dieron positivas, el peligro era menor, estaba bajo tratamiento”.

Adiannis Martínez Carrasana, es jefa de ciclo de primaria en la escuela Máximo Gómez, en esta cabecera.

Muchos otros infantes estaban en el área de pediatría con similar patología, “todos, todos, como siempre ha sido, reciben atención esmerada, eso no se hace en ningún país capitalista, el que no tenga dinero, no recibe nada en un hospital y al final sigue enfermo o se muere, como ocurre mayormente”.

Aleán extraña a sus amiguitos del círculo infantil, allá volverá el venidero septiembre, a aprender más, a jugar, a relacionarse bien… Le queda mucho por soñar, estudiar y formarse para ser útil en un futuro.

Atención Profesional

La Doctora en Pediatría Elena González Hernández, siente felicidad, orgullo y satisfacción personal por sus más de 30 años dedicados a los más pequeñosNo aparenta la edad que realmente tiene. Ojos verdes, dulzura desbordante, solidaridad a toda prueba y profesional abierta a la responsabilidad sin perder la sonrisa con que nació su boca. Esa es Elena González Hernández, la doctora Cuchi. Es la pediatra de mayor experiencia en el hospital municipal. Sus más de 30 años de labor la convierten en la madre de muchas generaciones de niños y niñas.

“La vida no me dio hijos, pero es una felicidad, un orgullo, una satisfacción personal, no comparable con nada, ser querida por este pueblo y sobre todo por muchos que ya dejaron de ser infantes, pero me recuerdan por haberlos asistido durante algún ingreso, seguir de cerca sus patologías o sencillamente porque sus madres le hayan dicho que fui quien los recibió al nacer y les di la primera e inolvidable nalgadita”.

Recuerda su labor, durante los primeros años de graduada en la sala de terapia intensiva del Pediátrico Provincial. Siente la dicha al expresar que nunca ha tenido que lamentar la pérdida de alguno de sus pacientes, “en este sentido he sido dichosa, quizás por eso las madres me buscan tanto, es realmente una gran responsabilidad y me obliga a  a mantenerme actualizada… no dejo de estudiar”.

En cuanto comenzó a manifestarse en el país el A (H1N1), la instalación hospitalaria santacruceña acondicionó la sala para las Enfermedades del Tipo Influenza (ETI), aunque era de carácter profilactorio, las condiciones estaban creadas para recibir a los infantes con algún tipo de sintomatología respiratoria. Un médico bien adiestrado sobre las ETI siempre atiende en el cuerpo de guardia a los chiquilines. La celosa atención no entiende de descuidos.

“De forma aleatoria, especialistas de la salud pública en Camagüey, detectaron tres niños el pasado año, los que recibieron de inmediato el Oseltamivir, un antiretroviral de muy buena calidad, que se fabrica en nuestro país. Las cápsulas se diluyen en agua destilada y se le administra a los niños en dosis correspondientes con su peso”.

Las madres de estos chicos también recibieron el tratamiento, para evitar cualquier tipo de complicación de alguna patología relacionada con la infección. “Siempre hay que extremar las medidas, no podemos confiarnos y sobre todo mantener en los hogares, centros de trabajo y estudio las normas higiénicas, todo lo que se haga en beneficio de la salud personal y colectiva ayudará a que vivamos más y mejor”, nos dice la galeno Elena, dejándonos una sonrisa y un hasta pronto.

Santiago Santacruz
Cortesía para Radio Santa Cruz