Hacer producir la tierra y cuidar el entorno no están reñidos

Hacer producir la tierra y cuidar el entorno no están reñidosLos 70 años de edad que próximamente cumplirá Amado Alberto Avalo Blanco no golpean todavía su inquebrantable espíritu, dispuesto siempre a estar en plena acción en las incontables tareas productivas que comienza a realizar mucho antes de que salga el sol y solo termina con su puesta.

Unos seis cordeles tienen la atención constante, pues como él afirma la agricultura no tiene día ni hora, es de constancia, de sudar la camisa para poder ver los resultados, y contribuir al cuidado del medio ambiente, tan dañado por los que por dinero e ideas capitalistas son capaces de acabar con nuestro planeta. “Hay que sembrar, sembrar y sembrar, cuidar los animales, las plantas y la tierra donde vivimos”.

El azadón y el pico son “amigos” inseparables para preparar los surcos y los canteros. Nada de productos químicos en esta área, el abono orgánico aportado por carneros, chivos y la propia flora sirven para mantener los nutrientes y darle más fortaleza a los sembradíos.

“Esto es lo que me mantiene vivo, si a mí me quitan este trabajo me muero. Es muy bueno saber que la mayoría de las cosas que te comes, y con lo que se condimentan los alimentos, sale de este patio, al que le dedico todo mi esfuerzo para que prospere más, en beneficio de mi familia, de mis amigos y conocidos. No se puede ser egoísta con lo que se recoge”, refiere gustoso Avalo Blanco.

Dice ser un guajiro natural, este santacruceño que tiene voz de campesino; alma de campiña, y rostro de naturaleza. Le gusta conversar de sus resultados; brindar café; soltar planes por sus ojos; contar que nació entre ordeños y creció entre carreteros.

“Aprendí la primera vocal mucho después de tener un azadón en mis manos, así era antes, en esta Revolución la juventud tiene otras oportunidades, pero hay que sembrar, a eso ha llamado nuevamente Raúl, nuestro presidente, nadie puede pensar lo contrario, las tierras no paren solas, hay que atenderlas”.

Agradecido platica del apoyo que tiene de su hijo Amado Avalo Gotor, quien es técnico medio en Agronomía. Entre ambos han logrado elevar los rendimientos en el plátano burro censa y el de fruta del tipo fiat 18. Hace poco plantaron otras 60 posturas de las dos  variedades.

“A mi padre le dije lo que debía sembrarse por campañas, incluso en las hortalizas, donde ya se recogieron seis quintales de cebolla. Soy yo el que tengo que agradecerle tantas enseñanzas buenas”.

El progenitor suelta como el canto de un gallo lo que tiene en la punta de su lengua. “Tenemos también sembradas habichuelas, ajíes, remolacha, hay matas de mango, guayaba, níspero y aguacate, hasta una hay de canistel que ya está dando sus primeros frutos”.

A escasos metros del  hogar  está el frondoso platanal, el que a pesar de sus 22 años de existencia da buenos racimos, sólo viéndolo se puede creer, es todo verdor y fortaleza, dispuesto a ofrecer más por el esmerado tratamiento que recibe.

Ni la fuerza del calor, ni la molesta presencia de los mosquitos detienen los proyectos de este dedicado cultivador de la agricultura urbana, que ya incrementa su cría de carneros y tiene bajo su cuidado unos 112 chivos, pertenecientes al sector educacional, para el abastecimiento alimenticio de las escuelas. Garantizada está la caña, para cuando venga la época de seca no escasee su alimento.

“He tenido que aprender hasta de veterinaria, a los animales hay que conocerlos, a las hembras hay que ayudarlas a parir, y cada especie tiene sus características; sé el tratamiento que hay que ponerle cuando están enfermos, con mi propio dinero compro los medicamentos, no se puede escatimar en gastos cuando se trata de salvarlos.

“Ahora preparamos otro terrenito un poco más alejado para sembrar unos 20 cordeles de arroz. Si no tiene otra cosa que preguntarme le pido permiso para retirarme, llegó el momento de darles un poco de caña molida a esos animalitos, oiga como están berreando. Antes de irse no olvide llevarse los ajíes que le dejé sobre la mesa, son buenos en picaracha”.

Santiago Santacruz (Cronista Unión de Historiadores)
Cortesía para Radio Santa Cruz