¡Van Van sigue ahí!

¡Van Van sigue ahí!Lo primero que llamó mi atención fue el calificativo de “controversial” con el cual el miamense El Nuevo Herald calificó a la orquesta Los Van Van, la cual en breve hará dos conciertos en Miami y otro en Puerto Rico, preparatorio de otras siete decenas de presentaciones a partir de mayo venidero.
  
Juan Formell, quien desde 1969 concibió el llamado “tren de la música cubana” no ha realizado otra cosa que buena música: ha sido el cronista de las realidades de la Isla y los isleños durante los últimos cuarenta años.
  
“Nosotros vinimos a hacer nuestra música”, declaró al libelo el director de la emblemática agrupación, de 25 integrantes, horas después de su arribo a EE.UU.
  
La gira, según el Herald, “ha provocado fuertes críticas de algunos exiliados”. Los de siempre. Solo estaría por ver, aunque fuera a hurtadillas, si la Ileana Ross o el neurótico Díaz-Balart, no echan sus pasillitos cuando escuchan  “Marilú”, “Chapeando” o “El negro no tiene ná”… en medio de refrescantes tragos de Havana Club y humeantes Cohiba.
  
El propio Díaz-Balart, como parte de su retórica tradicionalista y anquilosada, declaró: “La visita es decisión injustificada del presidente Obama a la dictadura antiestadounidense y terrorista”… Formell podría responderle: “No tires esa bola extraña y déjate de cuento conmigo”.
  
Juan Formell, de 67 años, agradeció por la emisión de las visas –las últimas se remontan al 2003. “Ahora hay más personas jóvenes en Miami, agregó al Herald, con otra mentalidad, y es muy bueno contactar con el público para conocer hasta dónde aceptan o no a Los Van Van”.
  
Otros medios locales en Miami se han dado en especular si habrá agresiones verbales o físicas contra la orquesta, ganadora de un Grammy.
  
En su prolongado accionar como bajista, arreglista y director (1957), Juan Formell trabajó, entra otras agrupaciones, en el jazz band del hotel Habana Libre; luego lo hizo con el destacado changüisero Elio Revé y, llegado el momento, fundó Los Van Van, orquesta por la cual han pasado luminarias de la música cubana como César Pupy Pedroso, José Luis Quintana (Changuito) y otros sobresalientes instrumentistas y cantantes, como Pedrito Calvo.
  
Nacido en La Habana el dos de agosto de1942, es el más importante creador de música popular bailable en las últimas cuarto décadas.
  
Cada número de la popular orquesta deviene éxito. Baste recordar algunos para refrescar la memoria: El negro está cocinando, El buena gente, La fruta, Después que te casaste, Será que se acabó, Fallaste al sacar tu cuenta, Tranquilo Mota”…
  
En el dossier de Formell aparece entre los timoneles (Rubén Blades, Juan Luis Guerra y otros) de la música popular bailable latinoamericana: el songo y la timba, figuran entre sus más importantes creaciones, pues se trata de ritmos los cuales han revolucionado el universo sonoro de la región.
  
Su concepción musical transformó en su totalidad la Charanga Típica al incorporar instrumentos electrónicos como la guitarra bajo, el teclado, sustituyó al contrabajo y al piano acústico, la paila por la batería, la flauta de cinco llaves por la de sistema y amplificó los violines y el chelo. Con tales presupuestos ha logrado sonoridad única a la vez que agregó arreglos novedosos y propició el trabajo vocal nunca antes escuchado.
  
Según el sitio digital La Peña, Formell está considerado como el cronista musical cubano pues ha tenido la virtud y el talento de asumir lo cotidiano de la vida nacional, el caudal de refranes populares, la picardía, el doble sentido y la frescura del carácter y el sabor de su pueblo, convirtiendo esas vivencias y cualidades en melodías, textos y armonías, disfrutadas por varias generaciones de cubanos.
  
No es de extrañar, entonces, que la revoltura de la Ross y Díaz-Balart esté dada por la “imposibilidad política” de concurrir a las presentaciones de Formell, pero la magia digital se los hará llegar a sus sitios privados donde, de seguro, moverán pies y caderas al ritmo de la inmarcesible música de Los Van Van, entre copas de ron y habanos de la Isla. Allá ellos que se lo pierden. (AIN)