[:es]El Caguairán eterno[:]

[:es]fidel-castro-ruz-2-580x330El papel de Fidel en la historia de Cuba será como el de Martí, Apóstol de la Independencia, por el caudal de ideas, valores y principios que deja como legado para la presente y las futuras generaciones de patriotas cubanos. Poquísimos líderes políticos en el mundo pueden exhibir en los últimos cien años esa conducta de él tan vertical, que jamás actuó como veleta siguiendo el rumbo de los vientos, en defensa de la dignidad, soberanía, los derechos de los ciudadanos, la solidaridad y el humanismo que lo caracterizó, al precio que fuese necesario.

Desde que la Revolución Cubana surgió victoriosa el Primero de Enero de 1959, Fidel Castro, nuestro Comandante en Jefe, levantó como nadie el sentimiento de orgullo de los cubanos hasta entonces en un marasmo nacional, de igual a igual frente a todos, sobre todo frente al imperialismo yanqui. En una fecha tan temprana como el 15 de enero de 1959 -una se­mana después de su entrada victoriosa en La Habana-, el Jefe revolucionario concedió una entrevista a la publicación U.S. News and World Report en la que, refiriéndose a las relaciones cubano-norteameri­canas, expresó: “deseamos buenas relaciones con los Estados Unidos, pero sumisión, no”.

Estas palabras de Fidel, donde anunciaba desde una posición de soberanía que Cuba no estaba dispuesta a permitir la injerencia y la falta de res­peto a la autodeterminación, fueron interpretadas como una agresión por los gobernantes norteamericanos. Todavía faltaban algunos meses para que Cuba adoptara la primera de las leyes revolucionarias, la Ley de Reforma Agraria, en mayo de ese año; todavía era algo lejano que se enraizaran en la conciencia nacional de los cubanos las ideas del socialismo, pero ya desde el propio mes de enero de 1959 los políticos norteamericanos estaban iracundos con ese reclamo de respeto al derecho de autodeterminación.

La revista Time, en su número del 6 de abril de 1959, reflejaba el disentimiento que esa postura independiente provocaba entre los gobernan­tes norteamericanos, y afirmaba en un artículo que “el neutralismo de Castro es un desafío a los Estados Unidos”. ¡Ni neutral podía ser el gobierno cubano ante los Estados Unidos!

El odio y el resentimiento de la clase política conservadora estadounidense se profundizarían hacia él cuando en abril de 1959 visitó Estados Unidos y en Washington dijo ante los periodistas cosas como esta:

[…] Ustedes están acostumbrados a ver a representantes de otros gobiernos venir aquí a pedir dinero. Yo no vine a eso. Vine únicamente a tratar de llegar a un mejor entendimiento con el pueblo norteamericano. Necesitamos mejores relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

[…] Me apena y confunde ver tanto desconocimiento y mala información sobre lo que estamos haciendo. Veo que se me califica de dictador y tirano. Esto no podría ocurrir si el pueblo norteamericano hubiese sido informado de que mi gobierno representa aquellos principios en que se basan la libertad y los derechos humanos.

[…] Se me ha criticado enérgicamente en la prensa norteamericana. A veces los ataques a mi persona han sido tan fuertes que los he considerado insultantes. Pero acepto esto como parte de la libertad de prensa y aprovecho la oportunidad para responder.

Lo que no puedo aceptar es la tergiversación de los hechos […]. Es una cuestión de dar cuenta de los hechos y no de interpretar. Las interpretaciones las leo con interés, sean favorables o desfavorables. Pero los hechos deben ser los hechos […]

[…] Los Estados Unidos y Cuba siempre han mantenido las relaciones más estrechas. No hay razón para que estas relaciones no deban mejorar cada día. Nuestro pueblo ve al pueblo norteamericano con un amplio sentido de amistad. Al mismo tiempo, nuestro pueblo lleva las esperanzas por el mayor entendimiento por parte del pueblo de los Estados Unidos para el esfuerzo que estamos haciendo para solucionar nuestros problemas.

El destacado periodista Luis Báez, ya fallecido, acompañó a Fidel en aquel memorable viaje y relata que después de un almuerzo que le ofrecen en el Departamento de Estado ocurre un hecho que se convierte en una anécdota histórica: Junto a la puerta recién abierta, William Wieland, director de la oficina de asuntos del Caribe en el Departamento de Estado, protagoniza este colofón cuando le dice al Comandante:

–Doctor Castro, yo soy la persona que maneja las cosas de Cuba.

–Perdóneme, pero quien maneja las cosas de Cuba soy yo, le responde Fidel.

La incidencia culmina en una sonrisa, pero marca el inicio del fin de una época de dominación, que después se extendió a no pocas partes del mundo.

El desafío sería inadmisible para el imperio. Richard Nixon, entonces vicepresidente del gobierno, en memorándum que sobre aquella conversación redactó para el presidente Eisenhower, expresó: “Castro es tan increíblemente ingenuo con respecto al comunismo o está bajo su disciplina. No debe considerarse, ilusoriamente, como un rebelde furibundo al estilo de Bolívar, por lo cual hay que obrar en consecuencia”.

A partir de ese momento comenzaría una despiadada guerra que ha fracasado en todos sus intentos de subvertir a la nación cubana. (Por Lázaro Barredo. Tomado de cubadebate)[:]