[:es]Comités de Defensa de la Revolución: la fuerza del pueblo[:]

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Por Marta Gómez Ferrals/ ACN.

Hoy toda Cuba está participando de una manera u otra, siempre muy visible, en las acciones de recuperación necesarias y urgentes ante los estragos causados por el huracán Irma en casi todo el archipiélago nacional.

Y entre los esfuerzos más persistentes y hasta heroicos de múltiples fuerzas y sectores, se encuentran por derecho propio los de la membresía de los Comités de Defensa de la Revolución, la movilizadora organización no gubernamental cubana que el próximo 28 de septiembre cumplirá 57 años de existencia.

Llegó para quedarse, siempre  apoyando en la solución de problemas políticos y sociales de la nación. Y tal vez en eso esté el secreto de su fuerza y la garantía de su perdurabilidad.

Los que lo vivieron o lo han conocido por la historia, gustan rememorar la noche de su surgimiento, en uno de esos ambientes que hoy podrían antojarse casi mágicos con el paso del tiempo,  por la energía de la efervescencia revolucionaria y patriótica que allí electrizaba a todos los que atendían el discurso del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.

Cuentan que cerca de un millón de compatriotas estaban reunidos aquel 28 de septiembre de 1960  en la explanada ante el Palacio Presidencial, hoy museo de la Revolución,  cuando se escucharon las explosiones de algunas bombitas provocadoras hechas estallar por la contrarrevolución. El pueblo respondió con contundentes vivas a la Revolución y la multitud cantó el Himno Nacional. Luego, Fidel dijo:

“Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva – apuntó Fidel Castro en esa ocasión – Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”.

No se esperó al siguiente para formar los primeros Comités de Defensa de la Revolución, como se llamó a la nueva organización creada, también conocida por sus siglas: CDR.

Aunque en Cuba existían desde antes algunas organizaciones de corte cívico, más bien especializadas o sectarizadas, los CDR aglutinaron el potencial de todas y se extendieron con un potencial formidable por todo el país, con un carácter territorial.

“En cada cuadra un Comité” era una suerte de lema que más tarde fue hecho canción popular.

No pocas acciones de sabotaje y agresión enemiga se abortaron gracias a la vigilancia y combatividad de los miembros de los CDR desde comienzos de su funcionamiento. Además de funcionar en cada cuadra de las barriadas, se distribuyeron en núcleos zonales, según el entorno geográfico y consta de direcciones  a instancias municipales, provinciales y nacional. Toda una red articulada y cada vez más empeñada en mayor número de acciones y objetivos sociales.

A las primordiales tareas que empezó a cumplir en la vigilancia y el combate a la contrarrevolución interna, muy pronto se les fueron sumando otras de espectro más amplio, como las sanitarias (respaldo a las primeras campañas de vacunación masiva), educacionales, donaciones de sangre voluntarias, limpieza y embellecimiento de cuadras y barriadas.

Hoy, el número de sus efectivos se acerca a los ocho millones de ciudadanos, mayores de 14 años. Una amplia representación de la sociedad cubana integra sus filas: hombres, mujeres, jóvenes, adultos, ancianos, obreros y campesinos, profesionales. Se constituyó como una célula del barrio que canaliza las necesidades del pueblo, para defender la obra que iniciaba la Revolución.

La alegría de vivir, el entusiasmo, el modo en que los cubanos socializan, muchas veces con pasión que algunos tildan de excesiva, hacer humor hasta en situaciones críticas, el compromiso con la Patria y la defensa de las conquistas del socialismo, el altruismo y la solidaridad, el sentirse parte de una unidad, una nación y cultura únicas, generadora de una gran autoestima, son elementos  de la espiritualidad o idiosincrasia nacional que han matizado la vida de los Comités –así también los llaman y todo el mundo entiende.

Han sido más las virtudes y contribuciones a la sociedad y su progreso, que los defectos, digan lo que digan los enemigos que nunca les faltan a las mejores causas del mundo. Se saben las razones. (Imagen: Archivo)[:]