Celia, flor que perdura en la Revolución Cubana

En alas de mariposas vuelan vigorosos los 99 años que una mujer sencilla cumpliría este 9 de mayo. Aunque no está físicamente se mantiene presente en la continuidad de la Revolución Cubana.

Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley es una mujer historia, toda riesgo, sierra, lucha clandestina. El amor por las personas pobres lo expresó con la sencillez de las acciones, esas que su padre el Doctor Manuel Sánchez Silveira realizaba a diario sin cobrar un centavo a los humildes de la tierra.

La colaboradora del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) nacida en Media Luna, hoy provincia de Granma, el 9 de mayo de 1920, aprendió en el hogar a admirar los próceres de las luchas por la independencia de la Isla; a leer las obras de José Martí, en especial La Edad de Oro, a interpretar los versos sencillos del Apóstol.

El episodio del 26 de julio de 1953 conmocionó a la juventud de la época. A moncadistas heridos en el hecho los fue a visitar en la clínica de la colonia española de Santiago de Cuba. Estos hombres fueron salvados por el galeno Posada, de lo contrario hubieran sido asesinados por la dictadura, como muchos de sus compañeros de causa.

Cuando la familia Sánchez Manduley se muda para la zona oriental de Pilón, el padre llevaba a la prole a realizar recorridos por la  Sierra Maestra para que conocieran el brutal abandono en que vivían las familias campesinas.

Celia Esther de los Desamparados, nuestra Celia, la flor autóctona de la Mayor de las Antillas, se integró al Ejército Rebelde para, junto a Fidel, Raúl, el Che, Camilo, Almeida y muchos otros, barrer de esta tierra con intensa metralla a los miserables gobernantes que la humillaban.

La heroína de las montañas y el llano permanece en el pensamiento continuo de cada revolucionario. Toda la dedicación de la sencilla mujer de verde olivo  por hacer más inmensa la victoria conquistada, mantiene vigencia en cada accionar en defensa de lo que ella soñó combatiendo y vio hecho realidad.