Castellanos, el profe del huerto escolar


Santa Cruz del Sur, 5 feb .- Castellanos, aunque es su primer apellido, se ha convertido casi en su nombre, por ese apelativo lo llama su familia y cuantos lo conocen, que no son pocos. Hace escasos meses se despidió del tesoro creado por él y su esposa en la zona de Curajaya.

Les fue duro despegarse de tantos cultivos sembrados y cosechados en el portentoso patio, además de otros pedazos de tierras donde quedó el rendimiento de tantos afanes.

“Ya mi esposa no se sentía tan bien de salud por lo que correspondimos en salir del intrincado sitio. Estamos viviendo con nuestra hija y su familia en la cabecera local, donde somos muy queridos: efecto del amor recíproco. ¡Eso sí es una cosecha inagotable¡”

En cuanto un vecino, administrador de un plantel de enseñanza primaria, se enteró de la mudada del matrimonio, le propuso a Ignacio Castellanos Cedeño atender el huerto escolar de la escuela “José Martí”. “Vea compay, hablarle a este guajiro de un pedazo para sembrar comida, es como darme más sol y aire del que me pertenece”.

En cuanto empezó a mover el pesado pico en cada palmo de los 4 cordeles, le aplicó la “pena capital” a la hierba fina, evocó resuelto. Canteros, semilleros, culturales atenciones a las matas de plátano burro y naranja agria, fueron mostrando la sapiencia campestre de este campechano hombre, que ni en los momentos más agotadores deja de lanzar carcajadas.

En determinados horarios del programa docente-educativo los estudiantes de primero a sexto grados lo apoyan en algunas labores del huerto. “Para mí es una satisfacción enseñarles las cosas de la agricultura. Ya todos me dicen maestro. Quién me iba a decir que después de viejo sería educador”, expresa risueño.

Los pequeños de segundo grado Ailín Arista Vargas y Marcos David Gil Bruce, convergen en haber aprendido mucho con el profe Castellanos. “Hasta hemos decidido hacer un huertito, entre los dos, en el patio de Davicito o el de la casa mía”, dijo la laboriosa Arista.

Boniato, calabaza, tomate, ají y cilantro, también, cubren parte del espacio, donde se ramifican algunas plantas de la medicina verde (tilo, orégano, caña santa, salvia y la sábila.

“Por estos días aprovecho la menguante lunar”, indica Ignacio. “Eso facilita la tarea. Dejaré sembrados 300 bejucos de boniato, 200 canutos de yuca y mil matas de malanga. Hubiera podido recoger mucho tomate… las lluvias lo afectaron en demasía. Tengo pensado hacer los semilleros de esa hortaliza en diciembre y sembrar en enero. Espero tener mejor suerte”, exclamó animado.

Cada cosecha allí extraída la entrega Ignacio al comedor de la “José Martí”, quiere garantizarles a los infantes alimentos frescos y variados.

En las restantes escuelas de la enseñanza general y especial en Santa Cruz del Sur, se cumple el principio de vincular la modalidad estudio-trabajo desde los huertos escolares, lo que proporciona acentuar valores espirituales en los alumnos, les garantiza formación laboral y los ayuda a reconocer las bondades del esfuerzo.