Bustos de Hemingway en Cuba atraen a turistas
[:es]
La Habana, 8 ago.- Un par de bustos del escritor estadounidense Ernest Hemingway tienen impacto particular entre los turistas que llegan a Cuba desde varias partes del mundo.
El rostro del escritor mira al mar, por donde mucho navegó, y la curiosidad la aporta que fue construido en los años 50 del pasado siglo con bronce recogido entre sus amigos pescadores, perteneciente a hélices y otras piezas de navegación.
Magia, misterios y bondades forman parte de una figura muy conocida por los cubanos, el novelista estadounidense Ernest Hemingway, quien forma parte del panorama cultural y turístico de esta Isla.
Se trata de un vínculo muy estrecho, cuyos rincones y amigos, leyendas y encuentros pueden motivar más de un guión cinematográfico.
Sus frases, como la de decir ‘soy un cubano sato’ marcan el escenario de pintores, escritores y artistas de diferentes manifestaciones, pero sobremanera al pueblo, de distintas generaciones, y ello gusta mucho a los turistas.
Pero el espíritu del autor de Por quién doblan las campanas, también, y sobre todo, está en el Bar-Restaurante Floridita de La Habana mediante otra escultura en bronce, en este caso a cuerpo entero.
Una figura a tamaño natural creada por el escultor cubano José Villa, se enseñorea en un costado de la barra, donde el propio novelista, en vida, se acodara a beber una buena cantidad del trago Daiquirí, su preferido.
Y como es de suponer, junto a esta segunda siempre se aprecia a un viajero foráneo tomándose una foto como recuerdo permanente.
Hemingway vivió interrumpidamente durante más de 20 años en La Habana a partir de los 30 del pasado siglo, y estableció su comandancia en el Floridita, fundado en 1817 y famoso por una clientela muy especial.
El Floridita (56 plazas en el restaurante y 48 en el bar) tiene como trago insignia el Daiquirí Natural, receta a base de zumo de limón, azúcar, ron blanco cubano, gotas de marrasquino y hielo frappé.
Hemingway lo caracterizó reduciendo el azúcar y aumentándole la dosis de alcohol, de cuyos preparados se bebía aproximadamente 12 diarios cuando acudía al lugar.
La escultura del bar pesa unos 300 kilos, completamente en bronce, y frente a ella permanece un libro y unos espejuelos, también en metal, junto a un Daiquirí real, cambiado diariamente como homenaje perenne a sus gustos.
Ambas piezas mencionadas son constantemente visitadas por los viajeros que quieren seguir los lugares esenciales de este escritor y su nexo con los cubanos.
[:]