[:es]Acosta Danza reafirma afecto por tendencias contemporáneas del arte[:]

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La Habana, 20 ago .-La compañía Acosta Danza reafirma su apego a las tendencias contemporáneas del arte con un espectáculo en el que mezcla música electrónica, folclore y realización audiovisual.

 

La temporada Verano concluirá este domingo en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, tras incrementar los aplausos para el quehacer de la compañía fundada en Cuba en 2016 por el astro de la danza Carlos Acosta.

Para el estreno mundial de Satori, el coreógrafo y bailarín del conjunto Raúl Reinoso dice que emprendió un viaje hacia su interior espiritual, de hecho eligió esa palabra como título porque en el budismo zen se refiere al despertar espiritual.

Las palabras claves para esto son meditación, reflexión, y resulta muy interesante que en ese viaje el joven, formado originalmente dentro de los cánones de la danza contemporánea, describa también la utilidad de otras formas de movimiento como los folclóricos y los pasos básicos del ballet.

No es para nada una contradicción, sino un síntoma de madurez la apreciación del todo como complejidad y complementos, como fuentes de riqueza inagotable, distante de la vieja creencia que tiende a dividir férreamente la danza y subvalorar maneras de expresión.

La plausible labor coreográfica gana intensidad dramática con el empleo de una falda compartida por los bailarines de Acosta Danza que varias veces se transforma en telón de la puesta y que, gracias a un manejo espectacular de las luces, desplaza la mente del espectador hacia el mundo de las artes plásticas.

En el éxito de Satori determinan los diseños de vestuario del curazaleño Angelo Alberto, el de luces de la italiana Fabiana Piccioli y la música del cubano Pepe Gavilondo.

Tras el estreno, la compañía retoma el dúo End of time (Fin del tiempo), del coreógrafo británico Ben Stevenson, que habla del magnetismo del amor aun en un mundo destruido, a punto de consumirse la vida.

Por ello, los intérpretes deberían tomarse mayor tiempo para situar a los personajes en contexto y danzar acorde a él, puede que en esta obra importen las líneas pero descuidar el sentimiento y la compenetración de los enamorados empaña cualquier labor.

Las posibilidades expresivas de la bailarina Zeleidy Crespo sobresalen en Impronta, una pieza de la coreógrafa española María Rovira, que apela al folclore afrocubano en una isla donde este habita con naturalidad, incluso con afectos.

El cierre de la función con ‘De punta a cabo’ remueve contrastes, con ella el coreógrafo cubano Alexis Fernández (Maca) pretendió reflejar algunas impresiones de su país en la actualidad.

Algunos dicen que en esta isla abunda lo real maravilloso y así lo sustenta el creador desde la danza, sin dejar de plantear preocupaciones muy reales como la apatía de muchos jóvenes y la incertidumbre del camino de la emigración, dos marcas de la historia presente del país.

La reposición de De punta a cabo se enriqueció con imágenes en video realizadas por el artista cubano X Alfonso, para reforzar los contrastes.

El reto inmediato de Acosta Danza es en parte audiovisual, pues deberá convencer al mundo en Yuli, una película inspirada en la vida de su director y con partes coreografiadas expresamente por Rovira.

Yuli tendrá su estreno en septiembre, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España, y luego recorrerá varios eventos hasta llegar a esta capital en diciembre como parte de la muestra del 40 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

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