Economía

Más dudas sobre la crisis mundial que las expectativas

Más dudas sobre la crisis mundial que las expectativasA quienes siguen día a día la evolución de la economía global les duelen los oídos. El vocablo de marras, RECUPERACION, es como un recurrente martilleo que proviene de muchas fuentes, incluso de no pocas que pretenden seriedad, comedimiento, profundidad, y una alta dosis de análisis.
  
Voceros oficiales norteamericanos, por ejemplo, suelen insistir con mucha frecuencia en que “lo peor” ya está de salida, y que en breve los descalabros que ocasionó la conjunción de las debacles financiera, energética, crediticia  y de viviendas, serán simple historia pasada.
  
Sin embargo, cuando se revisa a fondo la propia marcha de la mayor economía capitalista, precisamente matriz del desastre mundial, las dudas suelen ser mayores que las expectativas.
  
Hace apenas unos días, por ejemplo, el Departamento norteamericano de Trabajo anunció que en septiembre se perdieron 263 mil empleos no agrícolas a escala nacional, más que los 180 mil  que esperaban los analistas (nótese que ya se calculaba una trascendente baja). Con el guarismo resultante, la tasa de desocupación en EE.UU. ahora se ubica en 9,8 por ciento, su acumulado más alto en más de un cuarto de siglo.
  
Y no es nuevo el asunto, ni el enfoque…ni la manipulación.
  
Tal vez de haberse reportado una cifra un tanto menor de despidos a la calculada de antemano (nada menos que 180 mil) hubiésemos sido testigos de la euforia de algunos analistas.
   
Veamos, no obstante, otros datos que pueden arrojar luz adicional sobre la verdad escondida.
  
Datos de la actividad manufacturera estadounidense, también del recién concluido septiembre, indican que el saldo negativo sobrepasó muchas de las estimaciones, y que las ventas de automóviles cayeron un 23 por ciento en similar período, con severos daños para la General Motors y la Chrysler, que han sido subvencionadas generosamente por el Estado desde que se colocaron al borde de la ruina a inicios de la crisis.
    
Lo mismo sucede en el terreno energético. Las alzas del petróleo, que de un ruinoso precio de 33 dólares el barril en diciembre pasado, hoy oscila cercano a los 70 dólares el barril, provienen generalmente del uso por los especuladores de cuanta información o rumor propenda a pintar un cuadro menos alarmante que el real o el pronosticado.
   
Sin embargo, por encima de las variaciones del dólar, de los contados picos en los mercados accionarios, o de las informaciones de tensiones armadas en el Delta del Níger o en el Medio Oriente, y sus respectivas incidencias en los precios de los combustibles, siempre termina pesando con fuerza la realidad de inventarios de petróleo sobresaturados y sin salida porque, objetivamente, el consumo no acaba de cobrar impulso a cuenta de la crisis general.
  
De manera que, frente a estas circunstancias concretas y tangibles, hablar de RECUPERACION, o responde a ilusiones, o a la más temeraria sinvergüencería. (Por Néstor Nuñez/ Servicio Especial de la AIN )