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Una comunidad con rostro nuevo

Una comunidad con rostro nuevoLa Virginia, Camagüey.— Idolaida Pérez es hoy una mujer feliz: atrás quedó el desasosiego y la incertidumbre al ver destruida su casa por las ráfagas del huracán Ike y tener que trasladarse con sus hijos a un centro de evacuación en espera de una respuesta de las autoridades del municipio de Najasa, en Camagüey.

"¡Cómo no voy a estar feliz! Imagínese que ahora vivo en un edificio acabadito de terminar. Todavía ni yo misma me lo creo; aunque, para ser justa, jamás me sentí desamparada."

Igual que Idolaida, varias familias damnificadas recibieron por estos días las llaves de sus nuevas viviendas, al quedar concluidos dos edificios en la Comunidad La Virginia, asentamiento que resurge en todo su esplendor tras 18 años de inactividad constructiva, como consecuencia de la crisis económica que derivó de la caída del campo socialista y del desmantelamiento de la Unión Soviética.

Concebida dentro de la estrategia de desarrollo de la cuenca lechera camagüeyana, la comunidad ganadera quedó detenida en el tiempo y solo ahora, a partir de la movilización de recursos locales, comienza poco a poco, a recobrar la imagen que los arquitectos diseñaron en los proyectos de ejecución.

A los 50 apartamentos entregados en saludo al Día de la Rebeldía Nacional, les siguieron el consultorio médico, la bodega, el centro de promoción de la cultura y un área de cultivo semiprotegido, para en una segunda etapa, con fecha de cierre en diciembre, concluir un tercer edificio, la cafetería y el restaurante de atención a la familia.

"La reanimación constructiva de La Virginia —comentó Eduardo Almanza Domínguez, primer secretario del Partido en Najasa— constituye un sueño de muchos años que por fin se materializa y permitirá ofrecer adecuadas condiciones de vida a los trabajadores y a sus familias."

Justo cuando la producción agropecuaria recobra la prioridad que merece, la estabilidad de la fuerza laboral en una provincia tan despoblada en sus campos, como la camagüeyana, asume ribetes estratégicos, de ahí el empeño institucional por culminar la inversión a pesar de las limitaciones que en el orden material impone la actual coyuntura económica.

Vaqueros y agricultores de La Virginia constituyen en estos momentos el sostén principal de una unidad básica de producción cooperativa y de una granja estatal, a los que se suman otros vecinos que acaban de recibir tierras en usufructo para dedicarlas a la ganadería y a los cultivos varios.

El paisaje se transforma con el paso de los días. Son otros también los aires que se respiran por esos parajes, cuando cualquier manifestación de desaliento, apatía o pesimismo, desaparece ante la contundente obra revolucionaria.

(Tomado de Granma)