Ante lo irreversible la tenacidad se impone

Ante lo irreversible la tenacidad se imponeHa llegado a los 30 sin ser todo lo independiente que desearía. Sus extremidades superiores e inferiores no la han complacido, ni siquiera para pintarse los labios con premura o correr tras los sueños. La niñez no tuvo los ajetreos de los juegos ajustados a esa edad; la adolescencia pasó sin apenas dejar recuerdos perdurables y la juventud ha mantenido la perpetuidad en la inseparable silla de ruedas de esta santacruceña.

Una Parálisis Cerebral Infantil (PCI) en el primer año de vida le obstaculizó el desarrollo normal, al cual tenía todo el derecho, Maidelis Bárbara González González, un ser de sorprendentes cualidades, a quien las asperezas de la vida no le han deteriorado la exquisitez del magnánimo carácter, ni las desenvolturas en los diálogos.

“Todos los días cojo el lápiz para escribir”. La cortina se corre entre las líneas de un cuaderno. En las páginas aparece la manifestación literaria dedicada a la amistad, “porque el verdadero amigo es como la luz de la mañana, nunca falla, es incondicional”. Tiene dos grandes aliados: “Jorge Luis y Sosdenis, ambos me visitan a menudo. Ellos también aportan alegrías”.

El ingenio ha tomado rumbo hacia la rosa blanca, la de José Martí; a un gato llamado Michi, y “al ángel al que le pido ayuda, pues quisiera estudiar psicología. Resulta importante ser útil”.

Elisa Núñez Rivero, es la abuela infatigable, entregada todo el tiempo a la nieta. “La he criado como a una hija. Usted va a apuntar otras cosas, porque ella tiene mucho qué decirle. Sigue siendo la niña de la casa; cuando nos acostamos le acaricio la cabeza; dice sentir picazón, eso es para que le rasque la espalda, y antes de dormirse viene otro caprichito: le hago cosquillitas”.

Maidelis está al tanto de cada serie beisbolera. “Mi equipo es Villa Clara, luego le voy a cualquier otro, menos a Industriales. La Historia de Cuba es otra de sus predilecciones, teniendo como paradigma, entre los héroes, al Che. “El fue un gran guerrillero; estudió para hacerse médico; tuvo varias responsabilidades, y nunca el asma lo detuvo”.

Cuando se percata de que no captamos alguna palabra, la vuelve a repetir calmadamente. La naturalidad fluye sin las pretensiones de una conquista periodística.

Dándole compañía y clases en las horas convenidas está la prima Dayana Guerra González. “Curso el sexto grado, y como a Maide… le gusta tanto aprender le repaso Lengua Española, Geografía, Historia y algo sobre Matemática, aunque esa última asignatura no le gusta tanto”.

Opina la bisoña “maestra” su alumna es disciplinada, “todas las tareas que le dejo las contesta. A veces pide un tiempo para dedicarse a redactar alguna inspiración literaria… le doy el permiso”.

“Esa “educadora” lleva los asuntos bien dirigidos. Cuando cita para la reunión debo asistir, poniéndome al corriente en cuanto a los avances de la estudiante”, revela animada Elisa.

Lo irreversible de la enfermedad no paralizará la prosa, la que prospera tanto en el alma como en los dibujos. Movimientos lentos realzan desde el grafito la vivacidad concebida en unos pétalos y la razón aclarada en palabras.

“A otro ángel dedico la prosa que a penas empecé. Mi intención es llevar a un libro toda esa poesía plasmada”, concreta afirmativa Maidelis Bárbara, quien ya nos tiene entre sus amigos, exhortándonos a volver a su morada campestre, en los intrincados parajes de La Cupertina, aquí en el más austral de los territorios de la provincia agramontina. (Raúl Reyes Rodríguez/ Radio Santa Cruz)