Al sur

Maestro santacruceño con cuerpo y alma sobre una guitarra

Maestro santacruceño con cuerpo y alma sobre una guitarraLengua espléndida para versar sobre la música tiene un originario de Campechuela, y si vamos más al interior de esa zona oriental, lo situamos salido de un pobladito llamado El Ají, donde sus seres queridos organizaban pegajosos guateques, los que se hicieron notorios por aquellos sitios, tanto así ,que hasta los gallos cantaban en esos jolgorios. Quien no lo crea puede averiguarlo.

De esos lares bajó Jesús Rivero Rosabal cuando le correspondió cumplir deberes en el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT). Las labores agrícolas durante esa época nunca le agotaron las energías: la compensación nocturna, si no tenía guardia, se la ofrecía la música, la más bella forma de lo bello, puntualizado por José Martí.

“La guitarra ha sido mi talismán, sin la cual no podría sentirme feliz. Al tener algunos conocimientos musicales pude integrarme al grupo Los Saturnos, siendo sus integrantes otros soldados. Representamos a nuestra Unidad en festivales organizados en el propio Ejército… Fue un periodo bonito, lo recuerdo mucho”.

Quiso la suerte traerlo hasta Santa Cruz del Sur, donde encontró pobladores gentiles, precisa razón para asentarse definitivamente, sin dejar entre renglones a Campechuela y el intrincado Ají. “Nadie debe renunciar ni olvidarse de su gente, ni sus raíces. Nunca he relegado esos orígenes, los sigo amando, y hasta allá voy cuando tomo vacaciones”.

La persistencia, elemento fundamental en la voluntad humana, le permitió cumplir un propósito básico: estudiar en la escuela Ignacio Cervantes, de Camagüey, pudiendo prepararse en dirección coral y práctica de conjunto, centrándose esta última actividad en instrumentos de percusión menor y guitarra.

Ya tres décadas identifican a Jesús, al Chúa local, el Maestro, formador de varias generaciones en el Movimiento de Aficionados. “Resulta una labor sin la cual no puedo existir. Enseñarles lo elemental en la guitarra a aquellos motivados en aprender, es un placer.

“Los ejercicios para cultivar la vocalización, el movimiento de los dedos en las cuerdas, la lectura en el pentagrama y solfeo, requieren tiempo. Luego ellos al crecer siguen superándose. Ninguno, afirma, me ha olvidado, ni aquellos residentes fuera del país. De todos tengo lo primordial: cariño y reconocimiento, son los mejores regalos, porque tienen la pureza imprescindible”.

En los actos, barrios, entre amigos o encuentros ocasionales tiene afanosa presencia la voz de este Instructor dedicado al arte musical, trabajador destacado en la Casa de Cultura Olga Alonso, quien revela natural lo sumo ligado a lo armónico. “Es así como lo siento. Mi cuerpo y alma se encuentran en esta guitarra”. (Raúl Reyes Rodríguez/ Radio Santa Cruz)